Capitulo 57

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Lara.

No sabía la razón por la cual acepte la estúpida apuesta de Santiago. Pero sabía que ganaría. Aunque esto no trajera nada malo.

Ya en el cuadrilátero, los dos teníamos lo necesario para comenzar la pelea.

Aunque no era una pelea como las de la televisión, aquí estaban en juego muchas cosas como si fuera una de verdad.

–Tendré piedad de ti, tranquila. - dijo Santiago.

–No seas ignorante, sabes que soy buena en todas estas cosas. ¿No te queda demostrado con todos los golpes que te he dado? - dije.

Nuestro maestro de boxeo se puso en el medio, esta vez sería el árbitro.

Trataría de esquivar todos los golpes posibles de Santiago para al final darle su merecido.

En seguida el árbitro dio el inicio del encuentro. Todos se reunieron a nuestro alrededor para observar la pelea.

Santiago lanzo el primer golpe. Yo lo esquive. Después lanzo el otro y así fue durante un buen rato.

–Deja de huir patito feo. - dijo.

–No huyo, solo te hago perder el tiempo y gastar energía inmadura. -

De inmediato comencé a atacar, no fue hasta después de un rato donde Santiago Lanzaba golpes y yo respondía.

Estábamos agotados y cansados. Las gotas de sudor caían por su cara.

Santiago lanzo un golpe que me dejo en el suelo. El árbitro conto hasta diez y sentí como se me iba todo de mis manos. Había perdido por un nock out.

–Gano el competidor Santiago Ricorteri.- dijo el árbitro.

–Dense las manos competidores. - dijo.

Santiago tenía una sonrisa de oreja a oreja que quería quitarle. Esto no se quedaría así. No podía creer que me había ganado.

–Gane la apuesta. - dijo mientras me daba la mano.

–Y te ganaste también una enemiga, segura. - dije.

–No se supone que ya la tengo desde aquella noche en el bar?- dijo el.

En seguida solté su mano y me bajé del ring.

Tenía que pagarle la pintura del carro a Santiago. Que mala suerte la mía, él había comenzado todo esto y yo era la que estaba pagando.

Sentí a Santiago caminar detrás de mí.

–Bueno, supongo que hablamos en las residencias. Cuadramos lo de la pintura. - dijo, yo puse mis ojos en blanco.

–Como quieras, solo no me molestes más. - dije y me fui de ese lugar.

Por primera vez, Santiago me había ganado. 

Aléjate o déjate llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora