Isabella caminaba por el angosto callejón tapándose la cara. Se detuvo para ver algo en la pared, un cartel en el que decía "Se busca, recompensa 145,900,000" seguido de una imagen de ella con su máscara y su traje de batalla puesto. Ella con escasos diecisiete años lo había perdido todo pero iba a vengarse.
Esbozo una amplia sonrisa. Tenía suerte de no olvidar las cosas pero eso también era una maldición. Corrió hacia su guarida cuidando que nadie la viera o la siguiera.
Entró y ahí estaban sus compañeras, planeando el próximo golpe. La más grande, Cinderella estaba analizando una imagen hologramica de una mansión enorme. Isabella era la menor, después sigue Ariel, después sigue Jasmin, después sigue Aurora para terminar en Cinderella.
-Bella ¿lo trjiste?- Aurora miraba a Isabella con los ojos entrecerrados.
Isabella sacó de abajo de su brazo una bolsa de papel.
-No fue fácil.
-Bella, estamos en el año tres mil doscientos treinta obviamente siendo mujer es dificil conseguir cosas sin un hombre- Cinderella estaba irritada o nerviosa.
-Tranquila, Bella y yo lo haremos bien- Aurora siempre sonaba como una madre. Sus veinte años no se le notaban en absoluto.
El mundo había caido en pedazos en el año tres mil veinte. La tercera guerra mundial. Los ricos o los que tenían algún poder en la sociedad tienen privilegios. Mientras ellos la gente pobre es tratada como animales. Pueden incluso ser sacrificada y nadie hará nada.
Bella fue hacia la bóveda, ya casi era hora, ingreso la clave y la enorme y pesada puerta de metal se abrió, ahí estaba el maniquí con su traje, aquel que confundía su género, todos creían que las personas que usan esos trajes eran hombres. Son ajustados, de color blanco con rayas negras laterales y unas botas negras.
