KIDULT

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Lo siento, ya no puedo hacer esto.

Ese fue el mensaje que leyó Seungcheol cuando cogió su teléfono. Había sido enviado diez minutos atrás. Su remitente: Yoon Jeonghan. A Seungcheol se le heló el corazón y su alma se fue al piso. Al instante, dejó el videojuego en el que había estado atrapado los días anteriores. Su angustia era tan grande, que marcó el número de Jeonghan de inmediato, olvidando por completo que el chico tenía agenda programada.

—¿Hola? —dijo Jeonghan.

Su voz sonaba cansada.

—¡¿De qué estás hablando?! —fue lo primero que salió de la boca de Seungcheol.

—Mmm... es que estamos grabando —murmuró Jeonghan —, y los chicos se están peleando.

—¡¿Por qué?! —exclamó Seungcheol, enfadado.

Era cierto que a veces tenían roces entre ellos (como cualquier familia), pero estaban en un set de grabación, y todos tenían claro que allí debían comportarse adecuadamente. Fue lo primero que hizo sospechar a Seungcheol. Eso y el extraño tono que había adquirido la voz de Jeonghan, una mezcla de enojo y ternura, algo muy inusual en él en momentos de tensión.

—¡Por supuesto, es porque tienen hambre! —respondió Jeonghan.

La frase bastó para confirmar sus sospechas. El alma de Seungcheol regresó al cuerpo y la angustia fue reemplazada por ganas de ahorcar al chico del otro lado de la línea.

—¡Si quieren jugarme una broma, al menos háganlo bien! —estalló, medio enojado, medio divertido, aunque (y para ser sincero) el sentimiento exacto, era aliviado.

Jeonghan soltó una carcajada. Esa era la prueba definitiva de su mentira.

—¿Quién te lo dijo? —preguntó.

—¡Nadie! —respondió Seungcheol, molesto —¡Es solo que estás actuando muy extraño!

Por supuesto, después de tantos años viviendo juntos, Seungcheol conocía cada una de sus reacciones. Jeonghan volvió a soltar una carcajada, y junto a él, se oyó la voz de Seungkwan. Recién en ese momento, Seungcheol recordó el asunto del programa que grababan.

—¡Nos íbamos a pelear por el último kimbap! —exclamó Jeonghan entre risas.

—¡Ya verás cuando te atrape! —respondió Seungcheol, riendo también.

—¡De acuerdo! —dijo Jeonghan —. Tengo que colgar.

—¡Nos vemos! —se despidió Seungcheol.

Lo último que oyó fue un tierno "adiós" antes de que la llamada se perdiera.

—¡En serio, este chico! —exclamó Seungcheol, mirando el teléfono.

Sonrió. Las bromas de Jeonghan siempre causaban ese efecto en él, aunque esta vez, se había pasado un poco. Por un segundo, pensó que Jeonghan quería abandonar el grupo, y eso le aterró.

—¡No vuelvas a bromear de esa forma! —escribió.

La respuesta tardó veinte minutos en llegar.

—¡Lo lamento! —decía el mensaje —. Pensé que sería divertido.

—¡No lo fue! —respondió Seungcheol.

Jeonghan envió emoticonos sonriendo como respuesta, y luego otro mensaje.

—¿Cómo va todo? —preguntó.

-—Bien, supongo —escribió Seungcheol —. El médico dice que debo tener paciencia, que tomará tiempo. Pero me siento mejor. Estos días en casa han sido buenos...

KIDULT [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora