Kang Hyewon era ese tipo de chica que no tenía ni un defecto. Era perfecta en cualquier aspecto, y nadie podía negarlo. Desde su hermoso rostro, el cual parecía haber sido esculpido por los mismos dioses, desde su divertida y radiante personalidad.
Cualquier persona que no la conociese la suficiente diría que es fría y hasta egoísta. Eran pocos los privilegiados de conocer a la verdadera Hyewon.
De hecho ella era bastante introvertida, le costaba abrirse a otras personas, pero una vez que lo hacía, no había que la frenase.
Eran muchos los que, de alguna forma, había caído enamorados de Hyewon, desde chicas y chicos. No debía esforzarse mucho, ella sólo era ella y los demás cedían, y Kwon Eunbi no iba a ser la excepción.
Aunque la primera vez que la vio su belleza fue lo que llamo su atención, era todo en Hyewon lo que la volvía loca. No obstante, había algo que la menor tenía y la hacía resaltar entre todos: y eso era ni más ni menos que su sonrisa.
Hyewon tenía la sonrisa más bella y radiante que la mayor haya visto antes. No era solo la sonrisa en si, era la forma que su rostro tomaba cuando lo hacía lo que la volvía tan única. Sus ojos se cerraban, sus mejillas se elevaban y su nariz se arrugaba. Había tenido que esperar mucho tiempo para tener la oportunidad de verla, pero valía totalmente la pena.
Eunbi y Hyewon habían sido amigas desde siempre, aunque su verdadera amistad floreció hace poco tiempo. La mayor la había ayudado a abrirse más rápido.
Nunca había sabido que era exactamente, pero Eunbi tenía esa mirada cálida que invitaba a cualquiera a ser su amigo. Tal vez fue eso, o la increíblemente dulce forma en la que la mayor le hablaba lo que la hizo abrirse más fácil.
Pero no todo eran rosas y flores, su amistad tuvo un momento oscuro.
Eunbi había comenzado a salir con una chica, y aunque es verdad que Hyewon estaba feliz por ella, no podía ayudar en sentirse mal consigo misma. Había algo dentro de ella que la hacía sentirse celosa por la simple razón de su amiga saliendo con alguien. Pero, como era característico de ella, nunca se lo demostró a Eunbi.
Pasaron meses hasta que finalmente ambas chicas terminaron. Hyewon se presentó en caso de que su amiga la necesitara, pero al parecer había sido ella quien tomó la decisión de acabar la relación.
— ¿por qué? —preguntó Hyewon en apenas un susurro.
— ¿por qué que?
— ¿por qué terminaste con ella? —volvió a preguntar sentándose junto a Eunbi, esperando una respuesta. Sin embargo, está nunca llegó.
La mayor tenia su mirada fija en la nada. No decía nada ni se movía. Tal vez ni ella entendí el por qué.
— no lo sé —respondió por fin.
— ¿estas bien? —extrañada,Hyewon preguntó, pero la respuesta volvió a tardar en llegar.
— ¿alguna vez te dijeron que tienes una sonrisa preciosa? —habló de la nada, impactando inmediatamente a la menor, quien no pudo evitar sonrojarse levemente.
— ¿que?
— tu sonrisa —volvió a hablar— es hermosa —repitió, causando el mismo efecto en Hyewon ambas veces.
— gracias —respondió, inevitablemente sonriendo.
— ¿los ves? es hermosa —dijo volteándose a verla, sonriéndole dulcemente.
Y en ese momento, en el que ambas hicieron contacto visual mientras se sonreían, el tiempo se detuvo. Por un pequeño instante, solo eran ellas dos dentro de su pequeña burbuja.
— te amo —susurró Hyewon, apenas logrando ser escuchada por la mayor. A ese punto, poco le importaba.
A lo largo de su vida, se había guardado millones de cosas, era buena en eso, pero había decidió no hacerlo nunca más.
— te amo —repitió, ahora en voz alta, deleitando a la mayor con su dulce voz.
Esta última, aún con una sonrisa en su rostro, se acercó a un más a Hyewon. Y antes de que esta pudiera decir algo, los labios de Eunbi impactaron con los de ella, uniéndose por fin.
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