Odiaba el invierno, lo detestaba, lo aborrecía... Y aún así, por mucho que intentase odiar la fría y helada mañana del dieciséis de octubre, jamás me arrepentiría de haberla presenciado.
El día que nos conocimos.
El día que a veces quisiera desechar como el peor error de mi vida, y el que al final, termina siendo una de las causas más grandes de mis sonrisas.
Recuerdo perfectamente que esa mañana mamá me había regañado por haberme quedado hasta tarde revisando el perfil de tu mejor amigo...
Y ojalá nunca lo hubiese hecho.
El tren estaba frío, como todas las mañanas... Esperaba con ansias ver el enorme cartel anunciando la llegada a la universidad a través del ventanal, pues vería a Lisa; mi mejor amiga.
Mamá tuvo razón; no debí haberme desvelado solo por la cara bonita de tu amigo... y por esa misma razón me había quedado dormida apoyando la frente en el ventanal, dentro de un tren más tardado que el que usualmente tomaba. El tren de las 8:30.
El tren que tomabas tú.
Al despertar, recuerdo que el tren se había dejado de sentir frío e incómodo. En cuanto me volteé, el tren estaba vacío, sacudiendo mis pensamientos. Un enorme poleron negro me cubría el cuerpo entero...
Recuerdo cómo se sentía; cálido y acogedor...
Así me envolvían tus brazos cuando me tomabas, ¿por qué un día simplemente dejaste de sentirte así?
Esa mañana, Lisa me había regañado, igual que lo había hecho mamá y el profesor de química.
Había comprado un par de golosinas, y como siempre, Lisa y yo nos quedamos en las gradas del campus a devorarlas...
Aún tenía tu poleron negro encima; era enorme, pero me agradaba.
Me causaba curiosidad. No imaginé que un simple poleron me hubiese llevado a conocerte a ti, al amor de mi vida.
Lisa no me prestó atención en ningún momento. Estaba demasiado metida en su teléfono como para hacerlo, pero yo aún contenía la emoción de encontrarte y agradecerte por el dulce gesto...
Porque sin duda lo haría, sin saber lo mucho que me arrepentiría.
Al día siguiente, Lisa me había comentado que un chico de identidad desconocida la había invitado a una pequeña reunión de amigos en un parque. Yo accedí pensando que tal vez otro día tendría más tiempo para buscarte y encontrarte.
Ese día tomé el enterizo blanco con mariposas que tanto te gustaba que usara. Siempre decías que yo era como una de ellas, pero que sin duda era la más hermosa.
Mamá no dejaba de portarse como una cotorra. Sus ojos estaban vidriosos en cuanto me vieron con aquel conjunto que tanto adorabas...
Me sentí vieja.
En cuanto llegué, Lisa se encontraba hablando con el culpable de mi desvelo de la otra noche.
Kim Taehyung era tu mejor amigo, ¿recuerdas? No te gustaba que estuviéramos cerca porque desde el principio sabías que tuve un pequeño flechazo hacia él. Incluso recuerdo cómo te mordías la lengua cada vez que lo veías abrazarme o acariciarme el cabello.
Me encuentro sonriendo... Si tan solo hubieses sabido que tú eras el amor de mi vida...
Sentí que el mundo se detuvo en cuanto te vi por primera vez.
Ahí estabas tú, con uno de tus típicos polerones que tanto amabas. Con una sonrisa de ángel y unos preciosos cabellos negros.
Ojalá y nunca hubieses sonreído de esa manera, ojalá y nunca me hubieses atrapado tan dolorosamente entre tus sonrisas y tus cualidades.
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𝑶𝒄𝒕𝒖𝒃𝒓𝒆 16 (𝑹𝒐𝒔𝒆𝒌𝒐𝒐𝒌)
Short StoryPorque incluso a mil millones estrellas de distancia, siempre logras mantenerte cerca. Solo éramos dos jóvenes conociéndose, escribiendo su propia historia de amor. El lápiz me tiembla en la mano mientras escribo nuestro final; sigo sin poder creer...