XV

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La iluminación de aquél lugar lastimaba sus ojos, pues era demasiado blanca y se reflejaba contra el piso de losa del mismo color, ¿acaso no había algún tono más agradable? Barley y Bull estaban hablando alejados de él, mientras, lo habían recostado en una camilla, donde veía el techo, esperando entretenerse. Notó movimiento donde estaban sus amigos y miró, para darse cuenta de que Barley había hecho que Bull se retirara y, unos segundos después, entró Pam quien, al verle, sonrió, sin embargo, continuó su camino hacia aquél robot.

Escuchó la puerta abrirse, siendo su amigo el que se hacía presente en esa habitación.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Colt cansado.

—Solo fueron un par de golpes, no es nada —dijo, Bull sentándose a un lado de la camilla.

—¿Qué mierda fue todo esto? —dijo levantándose de la camilla, lo cual fue frustraro por Bull, que lo regresó a su lugar.

—Se trata —explicó— de una habilidad que todos desarrollamos, se le dice "súper".

—Qué original —dijo fastidiado, cruzando los brazos, trató escapar de aquella incómoda camilla, pero Bull volvió apresarlo.

—No es un juego, Colt —dijo—. Es esencial que cada habitante sepa dominar su súper.

—¿Todos pueden hacer eso?

—No exactamente, algunos súper son de fuerza, otros de defensa, otros de sanación y otros de...

—Ataque —dijo interrumpiendo al contrario—. Maldita sea, Bull ¿A cuántos he matado?

—Ningún arma esta destinada a matar en el juego —dijo—, sólo es para herir de una manera metafórica.

—¿Metafórica? —dijo mostrando su frustración— Bull, acabo de destruir una pared y rompí un estúpido árbol.

—Estas empezando Colt-dijo, fracasando en consolar al pelirrojo- Toma esto como un avance

Colt suspiró, se movió que no estaba cómodo. Bull, por el contrario, sonrió al ver los pequeños berrinches que hacía, siendo lo que más le gustaba cuando empezó a salir con él en el pasado y agradeciendo que aún después de todo lo conservara.

—No es justo —dijo—. No debería estar aquí.

—Barley dijo que era necesario.

—Solo fue un rasguño, no es nada —dijo, mostrándole su mano derecha, que estaba cubierta con una pequeña gasa.

—El tendrá sus motivos.

El silencio volvió aquella habitación. Bull juraría que este lo perseguía en el peor momento, cuando quería conversar para que de alguna forma callara sus pensamientos. Quería callar aquella vocecita que le decía que debía asegurarse que el pelirrojo tenía que salir sano y salvo, esa vocecita que le decía que estaba siendo un idiota y le recordaba cómo su cabello hacía contraste con sus hermosos ojos.

Trataba de distraerse con la pared o con el techo, pero todo señalaba al pelirrojo que solo se encargaba de sentir el oxígeno llenar sus pulmones, obligándole a caer en los recuerdos donde podía verlo dormir cuando el insomnio lo atacaba. Extrañaba esos momentos, pero no a aquel que era su enamorado.

—Lo siento.

—¿Qué cosa? —dijo, volviendo a la realidad.

—Te lastimé.

—Fue un accidente —dijo, fingiendo ser indiferente al asunto.

—Lo que sea, el chiste es que yo tengo la responsabilidad de todo esto —dijo, tomando valentía de mirar a su compañero a los ojos—. Bull, has hecho tanto por mí que no me perdonaría si te pasa algo.

Cegado por una Dalia Negra. [Hiatus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora