Destinos entrelazados

CAPÍTULO UNO, El comienzo de una nueva profecía.

Lucy Thimble no tenía nada de especial. Sólo se trataba de una simple hyliana más. Gustaba de cultivar flores, hornear pasteles y trabajar en el pequeño negocio de costura de su abuela, su única familia.

Doña Irene Thimble, siempre quiso lo mejor para su nieta. Pues, a pesar de la gran diferencia de edad entre ambas, ésta siempre trató de ser también una buena amiga. Desde muy pequeña, le inculcó a su amada Lucy su gusto por la costura, haciendo que ésta desarrollara una pasión por el mundo textil, soñando así con ser la mejor modista de la ciudadela de Hyrule.

Con el tiempo, las inseparables abuela y nieta se convertirían en dueñas del mayor negocio de confección textil de la ciudadela de Hyrule. Tanto fue así, que a sus dieciséis años, Lucy ya era la modista oficial de la reina Violet, con la que, con los años, forjaría una sólida amistad.

Por otro lado, el joven y apuesto Wyatt Wallace no lo tuvo tan fácil.
Procedía de una gran familia, una de las más humildes de la ciudadela.

Compartía habitación con cinco de sus nueve hermanos y siempre era el objetivo de las regañinas de su madre, pues a él no le gustaba colaborar en la casa a la hora de trabajar vendiendo pescado en el mercado junto a su padre. El pequeño pasaba las tardes por las calles de la ciudadela de Hyrule, protegiendo a los ciudadanos con su pequeña espada de madera. Si algún hyliano o hyliana necesitaba ayuda, allí se encontraba Wyatt.

Sin embargo, a pesar de la incredulidad de su progenitora, con el paso de los años Wyatt se convirtió en uno de los mejores Caballeros Hylian de la familia real de Hyrule.

Fue entonces cuando, instalado en el palacio, Wyatt y el rey Rhoam se convirtieron en fieles compañeros. Pues éste, siempre vio en aquel joven de cabellos dorados, el alma de todo un verdadero guerrero.