Estaba haciendo lo mejor que podía para soportar el bullicio, las personas alrededor se le acercaban a darle el pésame. Firo, ahora viudo, estaba haciendo lo que nunca pudo hacer con su mujer en vida, aguantar las miradas llenas de lástima de sus familiares y amigos con su mejor sonrisa.
Aun con todo su esfuerzo, se le hacía muy difícil, y más en un momento como ese. Sonia, su ahora ex mujer, había sido una persona muy querida por todos, lo que no significaba otra cosa más que el sitio estaba repleto. Estuvieron presentes su familia, sus amigas del trabajo y sus amigas de antaño.
Era imposible para Firo caminar muy lejos sin tener que escuchar frases como "¿Y qué hará ahora sin ella?" "Pobre hombre" y aunque no eran pocas las voces que lo repetían ni menos lo ingeniosas variaciones de estas, Firo, muy claramente sabía que algo de cierto tenían.
Ya eran las 10 de la noche cuando Don Claudio, el ahora ex suegro de Firo, al ver que no se movía del lado del ataúd de Sonia, decidió tomar la iniciativa y acercarse él.
- Hijo mío ya es tarde... ¿Has siquiera comido algo?
- No se preocupe Don Claudio, mi prioridad ahora se encuentra acá
- Claro que no Firo... a Sonia no le hubiese gustado verte así, por favor déjanos a cargo un rato... yo me ocuparé de todo, tu ve a comer algo y a descansar un poco.
- Don Claudio de verdad no tiene de que preocuparse, yo...
- Hijo mío por favor, no le pidas a este viejo que no se preocupe por el hombre que amó a mi hija
Firo nunca fue bueno para insistir, y con palabras como esas, aunque hubiese sido bueno, era difícil no aceptarlas, después de todo, la perdida no había sido solo suya.
Firo solo atinó a asentir y a agradecer.
No pasó mucho tiempo cuando Firo bajo del taxi. No se había detenido en un restaurante ni su departamento a descansar, más bien en un bar pequeño y, como se veía, no muy popular.
Aunque con algo de culpa por no corresponder los deseos de Don Claudio, Firo sentía que en un momento así, entrar en un bar era algo totalmente excusable.
Firo se sentó en la barra y ordenó un vaso de cerveza, la chica que atendía en el bar era una joven simpática y de ojos cafés alegres, a Firo le pareció simpática solo con verla, pero en su situación pensar en algo así se sentía repudiable. Firo solo soltó una carcajada para sí mismo cuando recibió una llamada.
-¿Alo?
-Don Firo ya estoy cerca al bar, tengo fe de encontrarlo ya ahí
-Estoy aquí desde temprano
-Una persona puntual eh?... a veces es un castigo tanto como un regalo... en todo casi ya estoy cerca, espero que tenga mi pedido
La llamada se colgó antes de que Firo pueda decir algo más.
Firo, algo nervioso, colocó su mano en su bolsillo derecho y sacó un sobre notablemente gordo. Firo solo lo saco a penas, lo tocó cómo confirmando que siguiera ahí y lo volvió a guardar.
Ya se disponía a pedir otra ronda cuando vio a la chica del bar animada correr atrás de él. Firo, un poco decepcionado, solo la siguió con la mirada con un poco de resentimiento, cuando entonces, se quedó en shock al ver que la chica de bar se había acercado a unas de las mesas y abrazaba a la chica más hermosa que Firo había visto.
Firo nunca había tenido ojos para otra mujer que Sonia, y ciertamente no era creyente de las historias de amor a primera vista, así que no supo explicar lo que sintió al verla en ese momento.
ESTÁS LEYENDO
Rumores
HumorHistorias satíricas de humor negro y misterio sobre lo extraño entre lo común de la vida.