Noches de luna y arena [1]

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- Extraño tanto a papá, a Keiko-nechan y a Ryuu-nichan - se queja la pequeña mientras juega con uno de sus kunais

- Padre y Keiko se fueron hace tan solo unos días - le reprocha Shinki con su porte serio mientras termina de poner la mesa

- Lo sé pero siempre es tan aburrido sin ellos - volvió a hacer un puchero

- Al menos tienes a Shinki - la console mientras traía los platos con la comida

Koemi miro a su hermano por unos segundos como si lo analizará para luego mostrar su típica sonrisa.

- Esta bien, me conformó con Shinki-onichan y con mamá

- Esa es la actitud - la anime

Reí ante la expresión del muchacho, se veía confundido pero un tenue color rosa coloreaba sus mejillas.

- Es hora de comer, nada de armas en la mesa - dije mientras miraba a la menor que se limitó a reír nerviosa y acatar las órdenes

El desayuno fue ameno entre charlas que como de costumbre eran dirigidas por Koemi, Shinki solo asentía o daba respuestas cortas mientras yo aportaba cada tanto. Era extraño como la chica de diez años con más energía que había conocido dijera que la casa era aburrida sin los demás integrantes que eran tan habladores como el muchacho que comía mí lado. Ryuu y Shinki eran tan estoicos como sus respectivos padres -aunque uno de estos fuera adoptado-, Keiko era alegre pero no tanto como Koemi que desbordaba energía y Gaara, bueno, era Gaara.

No podía negar que sentía la casa vacía, sobre todo con los tres asiento libres en el largo comedor. Sonrió nostálgica. Jamás se había imaginado casada y con una familia tan grande ¡cuatro hijos! era un récord para las personas de su generación.

~☪~

A pesar de que los trenes iban a una velocidad increíble el viaje a Konoha era largo. Al principio Koemi había estado de allí para acá saludando a todas las personas del servicio a bordo que ya nos conocían muy bien, al final término dejándose llevar por el cansancio y se acostó a dormir en el regaso de su hermano mayor.

En un principio Shinki debía viajar con su equipo pero a pesar de la actitud borde del muchacho no podía resistir las peticiones de la menor de los Sabuka No así que decidió acompañarnos en el tren. La escena me pareció de lo más tierna así que tome una cámara de mi maleta de mano y en un rápido movimiento capture la imagen. El muchacho no protestó pero un diminuto sonrojo apareció en sus mejillas. Me recordó a Gaara.

Me recosto en la ventana mirando el paisaje que pasaba demasiado rápido, no era nada a los ojos de un ninja pero seguía siendo impresionante como avanzaba la tecnología. Hace unos años se encontraba saltando los árboles de ese mismo bosque en compañía de su equipo... extrañaba tanto esas épocas.

No consideraba que los recuerdos de Neji fueran dolorosos o agridulces, el único que le partía el alma aún después de diecisiete años fue cuando se enteró de su muerte, sí, se enteró porque no estuvo allí cuando paso. Perdió al amor de su vida y al padre de sus hijos con una sola frase. Al principio iba a su lápida cuestionandose si aquello era real o tan solo una macabra pesadilla pero nada podría negar lo que esa piedra tenía escrito.

Se dice que cuando conoces tu otra mitad estas dispuesto a partirte en dos con tal de encajar con ella... y ahí estaba ella, rota e incompleta porque la parte faltante ya no pertenecía a este mundo. No sabía sinceramente que la mortificaba más, perder el amor de su vida o no poder amar de igual manera al hombre que permanecía a su lado a pesar de solo ser un rastro de lo que era.

Cuando el Hyuga partió de esta vida dejándola sola sintió ganas de vomitar, llorar y echarse a morir. Estaba tan vacía que si se daba el permiso de caer aunque fuera por un momento estaba segura de que no podría levantarse y debía luchar, no por ella, por los bebés en su vientre. Cuando se enteró de su embarazo estaba tan feliz que ni siquiera el abrumador ambiente de la guerra la desánimo, luchaba todos los días para dar lo mejor de si y que nadie dañara sus pequeñas criaturas. Quería contarle a Neji y ver su cara de sospresa y alegría al enterarse pero lastimosamente habían quedado en escuadrones diferentes, se consolo a si misma diciéndose que la noticia podía esperar pero el tiempo no se detiene y cuando los pequeños apenas tenían un mes de vida su padre falleció sin siquiera saber de su existencia. Su felicidad se la había llevado el viento.

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⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

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