Catorce

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Ahora en la mano tengo esta otra tarjeta, recuerdo claramente el día en que la hice, es horrible, tiene algunas fotos, que eran lindas, mal cortadas y pegadas, los restos de pegamento son visibles y de cierto modo me arrepiento de haber arruinado esas fotos en las que salíamos mamá y yo y mamá, papá y yo juntos.

Ese día era de noche, muy tarde, un viernes si mal no recuerdo y yo estaba bastante complicado intentando hacer este regalo, ya había llegado septiembre y junto con él el cumpleaños de mamá, yo estaba a última hora como siempre, las manualidades nunca se me han dado bien, mi motricidad fina es pésima, siempre lo ha sido, yo ya estaba muy frustrado, con sueño y a punto de llorar cuando Graham se me acercó, me preguntó qué estaba haciendo, le conté que era una tarjeta para darle a mamá por su cumpleaños y comenzó a ayudarme, la verdad es que la recuerdo más decente de lo que es, me ayudó a cortar y pegar algunas cosas, a hacer algunos dibujitos y por fin me pude ir a acostar.

A la mañana siguiente, Graham me ofreció darme dinero para comprar algún regalito a mamá y yo acepté, fuimos por el centro en algunas tiendas y opté por un cofrecito, él lo pagó y nos fuimos al hospital donde nos esperaba papá.

No recuerdo si lo he dicho antes, pero mamá decidió dejar el auto que tenían como matrimonio a completa disposición de papá los días en que ella estuviese internada y también le dio libre acceso a casa en caso de cualquier cosa, entonces, ese día él se iba a ir en ese vehículo y Graham me iba a llevar a mí.

Recuerdo que Graham iba muy animado, pasamos por el control del guardia, con una mano en mi hombro me guio por los pasillos de aquel recinto con un fuerte aroma a desinfectante hasta que por fin entramos a aquella sala, no vi su rostro, pero sentí como apretó mi hombro con mucha fuerza, es probable que su mano halla quedado marcada, fue un apretón fuertísimo, pero rápido, cuando me volteé a verlo y reclamarle no estaba, pero cuando me volvo a voltear al frente, papá seguía besando a mamá, era asqueroso, sí, pero algo era.

- ¿Has entrado solo? – me preguntaron al unísono. Yo simplemente sonreí y corrí a darle su obsequio a mamá. Ella sonrió, me abrazó y desenvolvió el paquete, por la cara que puso, parecía que esa horrible tarjeta era la cosa más linda del mundo.

Papá abrazaba mucho a mamá y ocasionalmente le besaba la mejilla, ella me dejó subirme a su cama, a pesar de que estaba prohibido, y me abrazaba y me besaba a mí, en el tiempo en que aquella visita duró, a pesar de todo, parecíamos una auténtica familia feliz.

Nos fuimos en el auto de mamá y en le camino papá me preguntó nuevamente con Graham, le conté que me había ido a dejar hasta la sala, pero que rápidamente se había ido, su semblante pareció cambiar, estacionamos en la calle y al entrar a casa, estaba Graham a oscuras, rodeado de un par de botellas, unas tijeras en la mano y en el suelo un montón de fotografías recortadas.

-Hola, Graham. – saludó papá.

-Damon. – contestó con voz de borracho.

-¿Has vuelto a beber?, creí que ya lo habías dejado. – Dijo papá con voz como de pena

- Niño, vete al cuarto. Hay un regalo para ti por mentiroso. – Dijo.

-No le hables así a mi hijo, Graham. – alegó papá con voz suave

Yo no entendí muy bien, pero fui, efectivamente había un chocolate de los grandes con una nota.

"perdón por llamarte mentiroso.", decía, yo estaba emocionado por eso, la verdad, aunque la conversación fuera distaba bastante de ser alegre.

- ¿Hasta cuando pensabas tenerme de idiota? – gritó Graham.

- ¿de qué hablas?

- ¿Piensas que puedes venir a jugar conmigo cuando estás aburrido y después seguir tu maldita vida como si nada?

- Graham, estás borracho.

- ¡Vete de mi casa!

- No te entiendo, ¿qué pasa?

- El pobre chico me lo ha contado y yo no le he creído, ¿tienes idea de lo que he dejado por ti?

- Graham, te ha contado qué.

- Que los vio besándose, y yo he confiado en ti y no en él, ¡tuve que verlo, verlo con mis propios ojos para saber que en verdad eres una mierda! – gritó y luego comenzó a llorar, así como muy explosivamente.

- Graham...- dijo papá bien bajito.

- ¡Ándate de mi casa! .- gritó y entró acelerado a mi pieza, pude ver su rostro enrojecido cuando me miró de reojo, tomó una maleta y se la lanzó a papá. – No te preocupes que me he tomado la libertad de guardarte todas tus pilchas con las que viniste. Me alegro que la calentura se te hubiese pasado tan rápido.

El siguiente en entrar a la habitación fue papá que comenzó a recoger mis cosas y a guardarlas, esa misma noche, entre los sollozos inquietantes de Graham que permanecía en posición fetal en el sillón, nos fuimos y volvimos a casa.

Papá tenía una expresión rara en la cara y a penas levantaba los pies, pero no me dijo nada, excepto que durmiera en mi habitación y me lavara los dientes, luego se encerró en la habitación de mamá.

Yo no tenía hambre, había estado comiendo chocolate, como aún era temprano, simplemente encendí el televisor y busqué refugio allí como llevaba haciendo hace tantos meses.

¡Maldita programación sabatina y aburrida! 

El padrastro.  GramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora