Estando en Berlín - (Manuel Neuer)

CAPÍTULO 50

Al día siguiente había una gran cantidad de alemanes al rededor del Arena Fonte Nova pero también de portugueses por doquier y ya me veía venir el que no le cupiera un alma a ese estadio por más grande que fuera.

Dinah y yo nos pintamos banderitas en nuestras mejillas y usamos unas grandes de tela y ella usó un gorro que parecía de vikingo mientras yo decidí usar una corona de flores al rededor de mi cabeza: todo era negro, rojo y amarillo en ese mismo orden y medio estadio se vestía de esos tonos, mientras que la otra mitad usaba verde y rojo.

Finalmente empezó el partido con algunas cosas que hacían como seremonia de iniciación incluyendo el lanzamiento de una moneda para determinar canchas y la entonación del himno que por supuesto... no me sabía. No me juzguen. Le pedía al cielo que por favor le fuera bien a Derek y que Alemania ganará.

Había cosas que no entendían, lo único que supe es que ¡GANAMOS 2 A 0! Una gran euforia se apoderaba del Arena Fonte Nova. Y Derek se veía tan feliz que él mismo no lo podía creer aunque no se divisara muy bien desde la tribuna. Había mucha prensa y no dejaban pasar por la salida así que nos dejaron acceder a los camerinos para que las vans nos recogieran a todos por la parte trasera del estadio. Derek estaba sudado pero no me importó mucho cuando lo vi para lanzarme a sus brazos, sabía que él era capaz de eso y mucho más.

-Estuviste fenomenal- sonreía mientras sentía que no podía hablar por la agitación de su cuerpo, su piel estaba roja como la de un pollo por los fuertes rayos del sol gracias al clima de aquel tropical país.

-Iré a ducharme- gesticuló finalmente recuperando el aliento.

-Dinah, ¿contra quién será el próximo partido?- indagué para estar emocionalmente preparada.

-Miremos aquí,- sacó un plegable que contenía los marcadores para los partidos que iban en orden. -¡Ay, no Taylor!- se tapó la boca con una cara de aterro pero con cierta burla sin quitarle los ojos al plegable que había sacado de su bolso, y me alarmó.

-¡¿Qué, qué sucede Dinah?!- tapó su boca.

-¡¡En el partido después de el que sigue toca contra Estados Unidos!!- Abrí mis ojos como platos.

-No te lo puedo creer muestra- efectivamente. El siguiente partido sería contra Ghana y el que seguía después de ese sería contra Estados Unidos. Impresionada por la enorme casualidad empecé a reír a pequeñas carcajadas.

-¿Qué te pasa? Deberías sentirte mal- reprochó extrañada.

-Es que me da risa tanta coincidencia. Además debes entender que mi país no es amante a este deporte. Es más, ni siquiera sabía que teníamos equipo hasta hace poco- seguí riendo.

-Taylor estás demente -dijo con toda confianza. -El fútbol es pasión, y adrenalina.

-Sí, pero el americano.

-Claro que no, ¡el Soccer!

~

Todos estaban felices por abrir el mundial de esa forma y habían tantos hinchas tanto dentro como fuera del hotel de la ciudad de Fortaleza que prohibieron bajar en equipo al lobby para que no hubiera una atacada masiva y así evitar molestias.

~

-Voy a bajar, Tay.

-Quédate, no quiero que vayas.

-No seas egoísta con mi estómago Taylor. Además te traeré algo. ¿Qué quieres?

-Te quiero a ti.

-No bromees. Te traeré algo de fruta aunque sea.

-Como sea- me acurruqué en uno de los cuatro sofás de la sala del piso dos en el que se ospedaba Derek. Ya habían pasado casi cinco días y mañana la selección jugaría nuevamente, esta vez contra Ghana que si no estoy mal es un país africano que no conocía hasta ahora. Miraba las noticias las cuales no entendía un carajo porque estaban en portugués y de repente vi cómo la zorra de Lizz Klose se pasó frente a mí con una mirada de cínica que no podía con ella y se veía traer algo entre manos. De todos modos pasó derecho y no la volví a ver.

-¡Hola!- Alguien dijo saltando desde atrás y aterrizando en el sofá haciéndome sobresaltar y pegar un grito estrepitoso para luego darme cuenta de que era Kevin Trapp.

-Carajo, casi me matas.

-Perdón cariño,- dijo en inglés con su sonrisa seductora que en otras palabras no me atraía para nada.