¡Estos Chicos de hoy en día!
E
l Lolo hoy no vino... ¡Hace rato que no viene! Estará enojado conmigo. Tal vez hice mal en decirle que no debía casarse con esa tilinga de la Nélida. Esa chica no le conviene; es una pordiosera. ¡Y la familia que tiene, por Dios! En cambio el Lolo es un muchacho bueno y trabajador. ¡Maneja un micro él, sí! En la 518, el rojo... No le conviene esa muchacha... ¡Si me hiciera caso y se pusiera de novio con la Marta Bertoldi! ¡Esos sí que tienen plata! Toda la esquina de 38 y 16 es de ellos, y ¡las casas que tiene el viejo Bertoldi para alquilar! ¡Y la ferretería! ¡Esa chica sí que es un buen partido! ¡Y anda perdiendo los calzones por mi hijo! ¡Es narigona, pero qué importa si se asegura el porvenir! La Nélida es linda, hay que reconocerlo, pero no tiene dónde caerse muerta. En cambio la Marta... Cuando el Lolo venga me va a oír. Un hijo no puede desoír el consejo de su madre, y si no, cuando vuelva a casa, le voy a decir al padre para que lo ponga en vereda. ¡Mirá si cuando yo tenía la edad de él iba a contrariar a mis padres, já! ¡Ni "ah" podíamos decir! Lo que el padre decía era palabra santa. Pero ahora no... Hacen lo que quieren.
¡Qué tarde que es! ¡Y el Lolo que no llega! ¿Se le habrá roto el micro?
Ahí viene ésta otra vez. ¿Es ella? ¡Sí! Siempre lo mismo. ¡¡Puajjj, esas pastillas que me hace tomar!!
¿Qué hora es?
—Las cinco de la tarde, Elisa.
—¿No vino el Lolo, todavía? ¡Aquel... ¡Aquel que está allá!! ¡Es él!... Ahí viene. Menos mal que viene solo y no con esa tilinga. ¡Já! —"Me voy a casar con Nélida aunque a vos no te guste"— me dijo la última vez; ya hace de eso...
—¡Hola! ¿Cómo estás?
—"¿Cómo estás, cómo estás?" ¿Cómo querés que esté? ¡Sola! ¡Vos que no venís! Tu padre que no puede dejar el cuartito con sus radios, televisores, y no sé qué otros inventos que no sirven para nada.
—¡Qué inventos? ¿Qué cuartito?
—¡Ves! ¡Vos vivís en otro mundo! ¡Todo por la Nélida esa! Mirá, ahora, cuando vuelva a casa vamos a hablar con tu padre.
—¡Pero noooo!
—¡No qué? ¡Lo único que falta! También te vas a negar a hablar con nosotros?... ¡Ya vas a ver!... Esperá que ahí viene una muchacha y no quiero que nos escuchen discutir.
—¡Hola! ¿Cómo anda? (¡Chuik!)
—¡Y a ésta quién le dio tanta confianza? ¡Quién es?
—Es Susana, mi esposa.
—¡Cómo tu esposa! ¡Te casaste sin habernos avisado! ¡Cuando se entere Antonio!
—El abuelo ya hace quince años que se murió.
—¡Mi suegro? ¡Y a qué viene ese comentario? ¡Tanto hace?
—Bueno, mirá,... No, nada, dejalo ahí. Nos tenemos que ir. Chau.
—Chau... ¡Y ni en broma vuelvas a inventarme esas historias de casamiento para ponerme mal!... ¡Ni me escuchó! ¡Qué cosa! ¡Cría cuervos...!
¡Ay, me duele todo! Voy a levantarme un poco para mover las piernas. ¡Qué pesadas las siento! Voy a ver si la vieja de al lado que está atrás del vidrio tiene una radio para escuchar los Pérez García que ya deben haber empezado; aunque está medio colifata. Sí. O está loca o es una maleducada que me hace burla. Siempre imita mis movimientos y mueve los labios como si dijera lo mismo que yo. Ahí está. ¡¡Pero!! ¡Ya me vio y hace los mismos gestos! ¡Qué vieja loca!
—¡Qué hace Elisa, levantada? Ya le dije una y mil veces que no se levantara sola! ¡Siempre frente al espejo, usted! ¡Qué coqueta que es, eh!
Fin
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"Los Cuentos de Guillermo Estévez"
عشوائيEstos cuentos son anécdotas de mi historia de vida, algunos de ficción y todos, todos para la reflexión y entretenimiento.