Inefable

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-Alexandra, vamos, no podemos llegar tarde-le dijo Olivia a su amiga.

Estaban preparadas. Ese día tendría lugar el baile de Navidad que cada año organizaba la revista Inefable. Y Olivia no podía llegar tarde al evento que ella misma organizaba.

Cada una enfundada en un vestido largo y que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Olivia lucía un vestido plateado con una capa de tul que caía perfectamente hasta los pies. El vestido poseía un escote en pico y todo el cuerpo era de pedrería hasta la parte en la que nacía la falda. Había sido confeccionado a medida por su amiga, desde su marca de alta costura Diseños Brown. Una prestigiosa firma que había sido lanzada recientemente pero cuya acogida había sido insospechadamente buena entre la élite de Manhattan y prácticamente del mundo. Olivia llevaba su cabello castaño oscuro recogido dando una visión más clara del escote y haciendo de este vestido algo más sexy aún si se tiene en cuenta la abertura en el lado izquierdo de la falda. Sin duda, su amiga había sabido visualizar y crear a la perfección lo que para Olivia era "el vestido perfecto" para el Snow Ball que su revista celebraba cada año al acercarse la Navidad.

Alexandra también llevaba un diseño exclusivo de su marca. Se trataba de un vestido confeccionado en tul de fantasía compuesto de fina purpurina en color azul marino. Con un escote en pico, al igual que el de Olivia, pero con unos tirantes más finos y toda la espalda al descubierto. Su pelo rubio había sido perfectamente peinado en una coleta con ondas que caía en sintonía con la falda del vestido.

-Ya podemos irnos-habló Alexandra acercándose a su amiga tras coger su abrigo del guardarropa que estaba situado al entrar en el ático de Olivia.

Las dos amigas subieron al ascensor para ir al encuentro del coche que las esperaba en la puerta del edificio.

Olivia vivía en un ático en uno de los edificios residenciales más caros de todo el Upper East Side, herencia de su madre, al igual que la dirección de la revista. Sin embargo, la vida en ese emblemático barrio de la ciudad de Nueva York no había sido fácil desde el principio para ella. El contraste entre España y Estados Unidos era muy notable y le había costado habituarse. Llegar de otro país, recién graduada y para dirigir la revista de moda más prestigiosa del mundo no era algo sencillo. Sin embargo, cuando la oportunidad se presentó ante Olivia, no dudó ni un segundo en aceptar la propuesta de su madre y cumplir su último deseo antes de morir. Oportunidades así no aparecían todos los días. Y había llegado el momento de empezar a luchar por sus sueños.

El camino que había recorrido hasta llegar ahí había sido largo y duro. Había tenido que renunciar a muchas cosas y, sobre todo, a muchas personas. Tuvo que renunciar a su vida para empezar una nueva en la otra punta del globo. La vida con la que siempre había soñado, pero desde luego no era tan perfecta y sencilla como la mayoría solía pensar.

Era Navidad y el ambiente festivo era más que evidente en la ciudad que nunca duerme. Nueva York se había vestido para las fiestas. Los villancicos sonaban en cada esquina y las luces iluminaban las avenidas haciéndolas lucir aún más bonitas. Las personas iban de unas tiendas a otras tratando de encontrar los regalos perfectos. Tan solo faltaba un poco de nieve que no tardaría en llegar. Según el parte meteorológico, los próximos días tendría lugar una gran tormenta de nieve, aunque todos esperaban que no fuese de las dimensiones que anunciaban, pues el bloqueo de la ciudad a causa de la nieve podría ser catastrófico. Sin embargo, la falta de nieve no iba a ser un problema en el baile. La empresa de eventos que solían contratar desde hacía unos años, se había superado una vez más.

El trayecto en el coche fue tranquilo y cuando quisieron darse cuenta ya habían llegado al lugar en el que se celebraría la fiesta. Bajaron del coche y entraron al edificio. Rose, la chica de la empresa de organización de eventos que estaba al frente de la fiesta, estaba esperándolas junto a la puerta.