Anh tecleó en el buscador de Google, tomando su termo y dando un trago al té que le había preparado su madre.
Después de la plática que tuvo con Ten, ambos acordaron investigar por su cuenta y encontrarse dentro de tres días, el domingo. Su piel estaba erizada de la anticipación.
TaeIl, ese nombre le sonaba de algún lado, pero no sabía de dónde. Era un nombre terrenal, pero debía tener algún significado. La búsqueda salió disparada con un resultado. Un sólo párrafo.
Situación en la que hay falta de acuerdo o conformidad entre personas que a menudo conviven o se relacionan de algún modo.
Frunció los labios. Eso no le servía de mucho. En más páginas venía casi lo mismo, no hablaban de ángeles ni situaciones parecidas. Bajó lo más que pudo hasta encontrar una página para cosas paranormales, situaciones extrañas.
Seleccionó la página y se estremeció al ver una horrible imagen de un demonio comiendo humanos.
El Ángel de la discordia, conocido comúnmente, viene desde tiempo remotos. Obligado a crear caos para que haya paz, entrega dones extraordinarios a personas ordinarias. Destinadas a encontrar la paz o crear la guerra.
Éste ángel se caracteriza por crear caos en lugares grandes y en familias importantes. Se complace con los problemas, además de ser protector de la naturaleza.
Anh se echó hacia atrás en su silla, con un sentimiento en el estómago. El ángel en su interior suplicaba por salir, pero todavía no debía. Si quería derrotar a TaeYong tenía que averiguar sus puntos débiles.
Su teléfono vibró en el escritorio con el nombre de su novio brillando. Al menos algo de tranquilidad le vendría bien. Tomó el aparato en sus manos y se levantó de su escritorio.
—Hola, cariño— saludó el chico al otro lado de la línea. Anh se echó en su cama, mirando al techo.
—Hola, Nana— le devolvió el saludo, tomando una almohada y abrazándola a su pecho.
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —cuestionó. Anh mordió su labio, con el estrés anudado en sus hombros y su estómago tenso de la preocupación.
—Mejor, ahora que hablo contigo— murmuró, con un rubor bonito en las mejillas.
—Aigooo, tan tierna— la voz de su novio se tornó grave y melodiosa. —Me alegro por eso, cariño —
—¿Tú cómo te sientes, Nana? –sé revolvió en la cama, cerrando sus ojos.
—Extrañándote cada día más— confesó. El tierno y cálido sentimiento que la albergaba cuando estaba con él, inundó su pecho, llenándola de tranquilidad. —Dentro de dos semanas podré ir, antes de lo esperado—
—¡Buenas noticias al fin! –exclamó, haciendo reír al chico. —Espero que podamos pasar mucho tiempo juntos—
—Espero lo mismo, cariño— el tono sensual del chico no pasó desapercibido por Anh, que sonrió coqueta.
—No me despegaré de ti en mucho, mucho, tiempo— le advirtió. El suspiro de Jaemin le erizó la piel. Extrañaba tanto abrazarlo, y sus labios, cuando recorrían su mandíbula y llegaban a su cuello, cuando los paseaba lentamente, su olor varonil y su...
—Anh— llamó Jaemin.
—O-Oh... Dime— tapó su boca, avergonzada.
Malditos pensamientos sucios.
—Tengo que irme, cariño. ¿Te marco antes de dormir? —
—Por supuesto— sonrió
—Bien. Te amo, cuídate mucho —hizo sonidos de besos repetidos y colgó. Anh miró su celular y lo bloqueó, dejándolo de lado. Miró el techo nuevamente.
En dos semanas Jaemin estaría con ella de nuevo. Pero había algo que no le gustaba del todo. Necesitaba hablar con Yuta e ir con Ten para ver lo que había recaudado de información.