Alpha Ikender•Sin aliento•
Cuando creí que todo en mi vida terminaría de la peor manera, perteneciendo a un hombre, siendo esclava, sumisa, siendo una débil niña. La tormenta cesó, se mantuvo lejos de mí. Me permitió sanar mis heridas, construir nuevas fuerzas, arreglar los hilos de dolor mezclados con ira. Eider Blader Corinell. Fue el apellido que inventé, cuyo sello se encuentra en los documentos que la Señora An y el señor Mark me ayudaron a tramitar. Bless se había quedado en el pasado, un pasado oscuro, un pasado lleno de dolor.
Dónde quiera que estuviera mi padre, entendía que no servía si quiera mi perdón. Y ahora portaba un vestido de seda y telas finas doradas, portada una prenda con escote pronunciado y mangas como de princesa abultadas. El corsé del mismo me apretaba lo suficiente como para que el aire se me atascara en los pulmones. Fruncí el ceño, pasé el peso de mi cuerpo hacia mi pie derecho y mantuve la mirada serena.
─¿Qué haces aquí?— Pregunté de mal forma cuando se acercó.
—Esperaba un, Oh Rosel cuánto te he extrañado, me alegra verte— entrecierro los ojos y me doy vuelta buscando a Dalia con la mirada. Pero el lugar es tan grande que no logro dar con ella. No doy más de dos pasos cuando el pelirrojo me tomo del brazo dándome la vuelta, en ese instante la música empieza a resonar y varias parejas se toman de la mano para bailar.
El vampiro coloca sus manos en mi cintura impidiéndome marchar, me arrastra a la pista de baile colocando mis manos sobre sus hombros.
—Aún no entiendo porqué…— pero no termina la oración, baja su mirada y después observa mis ojos como si se hubiese perdido por un instante. Posteriormente su rostro serio se vuelve de sorpresa.
—¿Por qué sonríes así?— le pregunto fastidiada.
—Por que habrá una razón para que ese lobo vuelva a perder la cabeza por ti. La está pasando verdaderamente mal y no quiero saber todo lo que sucedió contigo para que lo rechazaras.
—Si ya me imagino lo mal que la debe estar pasando, principalmente acompañado de esa mujer. Si lo rechacé fue porque me engañó, me traicionó cuando yo creí en él.— frunce el ceño suspirando pesadamente.
—Necesito entender lo que dices— una de sus manos se coloca en mi mejilla, cierra sus ojos con fuerza, me sorprendo al ver sus colmillos tornarse más largos. Una pequeña punzada traspasa mis sentidos.
—¿Qué hiciste?— Musité.
—Vi tus recuerdos Eider, claro que, no los robé como en aquella ocasión hizo tu Alpha— niego con la cabeza separándome de él.
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ALPHA IKENDER +21©
Про оборотнейC o m p l e t a Él era el gran Alpha de Alemania. Ella una humana esclavizada. Él fue libre toda su existencia. Ella estuvo cautiva cinco años, su padre la había vendido al peor hombre que la pequeña Eider pudo conocer. Estaba en medio de las vías...