Capitulo 59

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Santiago.

Toque varias veces la puerta de Lara. Pero no abrió. Estaba feliz porque había logrado mi cometido después de todo.

Era el primer paso para hacerle la vida imposible. Se lo dije varias veces, hasta que en vez de palabras comencé a tomar acciones.

No me sentí mal ni un solo momento, estaba cansado de todo lo que me había hecho. Yo comencé arruinando la pintura de su moto, pero ella decidió tomar esto de la peor forma.

Todavía recordaba su cara, cuando salí victorioso de la pelea de boxeo.

La cara de Lara, de decepción e ira. Haría su vida de cuadritos.

Jhon no se encontraba en el apartamento, así que tenía la soledad perfecta para celebrar.

Pensé por un momento en quedarme tranquilo, pero estaba inquieto por ir a molestar a Lara. Tocaría la puerta hasta que me abriera, sabía que estaba ahí, escondiéndose.

Estaba al frente de su puerta de nuevo y fue suficiente con tocar el timbre una sola vez.

Lara abrió la puerta, pero la notaba rara.

–Ya viniste a fastidiar de nuevo inmaduro. - hablaba raro.

–Vengo a hablar sobre el carro. - dije.

En seguida se hizo de lado.

–Bienvenido a mi humilde morada entonces, pasa. - algo aún más raro, entonces comprendí que estaba embriagada.

–Lara, cuanto has tomado? - pregunte.

En seguida Lara se lanzó en el sofá y se río. Una risa que nunca había escuchado en ella. Hasta creía que nunca sonreía.

–Solo un poquitín, quieres? - señalo las tres botellas que llevaba.

Negué con la cabeza, había estado bebiendo lo suficiente para estar totalmente inconsciente.

–Te vas a sentar o no? - pregunto.

–No, solo vine a hablar de la pintura. - dije.

–Que fastidio tú y tu estúpida pintura. - dijo de forma detenida. - Porque tienes que ser tan idiota?

Su temperamento seguía ahí, el mismo odio seguía ahí. Pero la notaba mas ¿relajada?

–Solo siéntate a tomar conmigo. - dijo.

Accedí, no era un momento incomodo con mi enemiga. Solo era raro.

–Aunque te sentaras en mi sofá te sigo odiando, lo sabes? - dijo.

–Nada cambia, nada más porque seas cordial en este momento y tengas unos trago demás. - dije.

Tenía el cabello en una cola y se lo soltó. Lo despeino un poco y este cayo en ondas.

Tenía una camisa grande como siempre para su cuerpo y un mono.

A veces me asustaba la forma en que la detallaba.

En seguida negué con la cabeza para desvanecer esos pensamientos.

–Todo bien inmaduro? - pregunto.

–Todo excelente, la verdad. Después que te gane. - le dije.

Ella acerco su cara mucho a la mía. Pero no era de forma en la que siempre lo hacía.

Sentí su aliento, sus ojos color miel claros.

–No ganaste. - ahora si me sentía incomodo, la tenía muy cerca.

Aléjate o déjate llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora