CAPÍTULO 58

57 1 0
                                    

-Tu hermano juega demasiado bien Dinah- admiré viendo la habilidad de éste.

-Lo sé- sonrió orgullosa.

El tiempo de llegada hasta el hotel se me hizo tan largo como una eternidad, ya no hallaba el momento de estar en Berlín con mi familia aceptando ante ellos que fue un error viajar con él.

Finalmente subí por el elevador y caminé como pude a mi habitación, me cambié y devolví la ropa prestada no sin antes darme una corta ducha; tomé mi maleta y la tarjeta para abrir el cuarto y subí nuevamente al elevador para el piso en el que sabía ya que Derek estaba, con cierta dificultad y sintiendo las glándulas sudoríparas a punto de colapsar caminé arrastrando la maleta hasta el número de habitación que las chicas me habían dicho con anterioridad. Me quedé más de dos minutos frente a la puerta cerrada deseando con mucho anhelo que él saliera de allí y me tomara entre sus brazos y me suplicara que no me fuera, que me necesitaba a su lado.

Ya apunto de irme y aprovechando que no había nadie en absoluto por ahí le di un beso a la puerta, apoyé la frente sobre ésta cerrando los ojos sintiendo el dolor de una partida y empecé a caminar hacia el elevador una última vez.

-¡Derek, espera Derek. Yo no quiero que ella se entere de que yo te dije algo! ¡¡Alto!!

¿Qué? Murmuré para mis adentros. Era la voz de Dinah y al instante presencié a Derek justo frente a mí quien me miraba con una mirada casi desafiante. Detrás de él entreví a Dinah terminando de subir a toda prisa las escaleras.

-¿Qué haces Taylor?- exclamó como si no quisiera que me fuera. O al menos así lo dedujo mi mente.

Fruncí el ceño odiando el maldito momento en que decidí quedarme parada frente a su puerta por tanto tiempo en vez de emprender mi marcha de una vez por todas. -Que tengas un buen campeonato Derk. Lo que queda de él- pedí el elevador pero antes de eso él me tomó bruscamente del brazo y empezó a caminar con dirección a su cuarto haciendo que mis huesos temblaran de dolor intenso.

-¡¡¡Déjame!!!-llegamos hasta su cuarto y abrió con la respectiva tarjeta. Entró con violencia estando aún aferrado a mi brazo y me lanzó para el interior.

Tomó la maleta y la abrió rápidamente empezando a desempacar todo sobre su cama.

-No te vas a ir Taylor- ordenó.

-Me tengo que ir. No hay razón para que me quede, Derek.

-¿Qué sucede aquí?- Era Lizz Klose. Maldita sea.

-Nada, lárgate- la empujó fuera y cerró la puerta.

-Taylor, quédate.

-Ya sé que estás con ella. Que ayer estuvo aquí en este cuarto y que no salió por un buen tiempo. Ya sé que no quieres creerme, que prefieres hacerle caso a la mujer que jugó contigo cuando eras más joven. La que se acostó con todo ese equipo por dinero, y tú estabas ahí. Que descubriste que aún sentías algo por ella, y si me perdonas te acabo de decir las razones por las cuales ya no me puedo quedar aquí. Se supone que ambos estamos de acuerdo con que me tengo que ir.

No sé cómo hice para esquivarlo pero pude llegar a la puerta y huir lo más rápido posible por las escaleras. Sentí sus pasos detrás de mí pero corrí con mucha más velocidad que no sé de dónde saqué. Dinah ya me había pedido un taxi y subí a él diciéndole a toda prisa que quería ir al aeropuerto y que lo hiciera lo más pronto posible. Derek me había obligado a huir de esa forma, sin despedirme de mis amigas, y aún no entendía el motivo de por qué había ido a buscarme, pero sé que Dinah había tenido algo que ver. No la culpaba, sabía que yo necesitaba otra vez a ese hombre en mi vida y solo quería ayudar, pero ya no era momento.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora