04

189 22 3
                                    

Al llegar a casa siente como su cuerpo se va relajando poco a poco. Sus ojos permanecían perezosamente abiertos, mientras que su ser se llenaba de un cansancio abrumante.

Agotado abre la puerta de su habitación y sin encender la luz se dirige a pasos lentos a la cama, lentamente deposita el cuerpo pequeño dormido, que antes cargaba, sobre las mantas de la cama, con una colcha lo envuelve para el después recortarse en aquella superficie y realizar la misma acción.

Apenas habia terminado su turno de trabajo, eran pasado de las siete de la mañana pero eso no le impedía mantener sus ojos abiertos, Su trabajo consistía en limpiar los pasillos del establecimiento mientras que a su vez también tenia que prestar atención a la caja registradora y a los clientes que entrarán por la puerta de cristal. Y aunque pareciera que esa labor no cansaba en absoluto, realmente lo hacía.

Los párpados inferiores de Jimin concentraban una tonalidad negra, esas ojeras ya se habían vuelto sus amigas, pues siempre estaban ahí para demacrarle el rostro.

A su pequeño Kwan no podía dejarle solo en el hogar, a pesar de que en ocasiones sus progenitores se encontraban la mayor parte de la noche en casa, no podía decirles que lo cuidaran por un par de horas, ya que ellos se molestarían y él no tenía ganas de que le reprocharan en la cara, ni de que le gritaran demasiadas cosas, que al poco instante le llegaban a afectar. Por esa misma razón, decidía llevarse a su hijo al trabajo.

Kwan no era enfadoso, y agradecía tanto que no lo fuera. Cuando llegaban al trabajo lo dejaba sentado detrás del mostrador, posicionaba al menor en el suelo, encima de una manta para que no fuera a resfriarse por la frescura que transmitía el piso.
Y en ese lugar se la pasaba la mayor parte de la noche y madrugada, jugando con sus muñecos y carritos, mientras tomaba leche de un biberon, el cual le preparaba Jimin en momentos libres.

Era muy raro cuando su hijo se quedaba dormido en el suelo, la mayoría de veces permanecía despierto al igual que él. Los brazos de amorfeo lo envolvían solamente en el camino directo a casa, siempre se quedaba dormido recostado a su pecho mientras caminaba a la casa de sus padres.

.

Al pasar un par de horas el rubio menor se levanta de la cama, y camina torpemente hacia el televisor donde pasaban sus caricaturas favoritas. Con su pequeño manito aprieta el botón que su padre siempre presiona para encenderla, segundos después la pantalla de la televisión se enciende y muestra el canal infantil.

Con una sonrisa en el rostro y aplaudiendo seguidas veces se queda parado enfrente del televisor, dando pequeños saltitos de diversión.

La puerta de la recamara es abierta con suavidad, la madre de Jimin se hace presente en la pieza con una expresión que su hijo había olvidado por completo, pues a la mujer ya no la veía alegre.

Esbozando una sonrisa se dirige a Kwan, lo toma en brazos para mirarlo más de cerca.

— Hola bebito. — susurra encariñada para evitar hacer ruido.

El rostro del rubio menor se muestra enojado, sus labios se habían juntado al igual que sus cejas, su abuela no toma a mal ese gesto pues a ella le pareció demasiado tierno por parte de Kwan.

Sin deshacerse de la expresión de su rostro decide depositarle un beso en la mejilla, para después bajarlo al suelo y regresarlo a su lugar.

Amorette ➸ HopeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora