20• Aunque uno de nosotros ya no esté.

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Una explosión de risa se expande en toda la sala cuando Matthew dice algo que ninguno de nosotros logra entender, sin embargo, es gracias, porque está demasiado ebrio, además de fascinado con una bebida que nunca ha probado en su vida, como lo es el soju.

—Matthew, Matthew —lo llamo, extendiendo una de las botellas hacia él—, ¿quieres más?

Con una sonrisa radiante, el chico asiente, entregando el vaso de cristal que vacía en seguida para pedirme otra vez que le sirva. Yo acepto encantada, sin poder aguantar la carcajada que se me escapa sin saber bien por qué.

—No estoy... no estoy muy seguro de qué está pasando ahora —arrastra en un tono inconsistente—, pero nunca antes me había sentido tan ebrio —se ríe solo.

Jinyoung sonríe abiertamente a su comentario, quien está sentado frente a mí, en uno de los sofás individuales que hacen juego con el más grande de tres cuerpos, que ocupamos Oliver, Pattien y yo.

—¿Cuánto alcohol tiene esto?

—No lo sé —respondo.

—¿Por qué antes no lo había probado? ¿Saben? No me importa. Creo que el no haber tomado en tanto tiempo me está afectando bastante también. No recuerdo cuándo fue la última vez que bebí alcohol. ¿Y por diversión? Aunque... —De repente, parece acordarse de algo que lo vuelve melancólico.—No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve este tipo de diversión con amigos. —La habitación se sume en un silencio que no sabemos cómo manejar, hasta que él mismo vuelve a reír.— Paige —continúa como si nada—, no tienes idea de cuántas historias debemos contarte. Cuanto te sientas lista... por favor... —suspira— Es increíble como toda la mierda nos ha traído aquí hoy, y no tienes idea de cuánto nos hemos peleado cuando recién nos estábamos conociendo.

—¿Pelearon? ¿Todos ustedes pelearon? —espeto atónita, sirviéndome un poco más de bebida.

—Estábamos enojados con la vida, qué quieres que te diga —estira, recostando su cuerpo sobre el acolchado respaldo.

Automáticamente, mis ojos buscan a Jinyoung, quien observa a Matthew con cierta ternura que poco a poco parece transformarse en una especie de admiración. Y yo me quedo muda, porque si bien en mi cabeza no logro encontrar el punto exacto para hacer click y finalmente entender todo lo que estos sucesos han significado para ellos, me siento más que conmovida por la forma en la que se miran, tratan, por la que se hablan y cómo describen a sus compañeros. Parecen haber llegado a conectar en lo más profundo de todo el conjunto de sus sentimientos, llegando a desarrollar una incredibilidad absoluta por quién tienen en frente y lo que significa ahora mismo, deslumbrados por todo lo que cada uno ha pasado individualmente. Como una especie de ídolo o ejemplo a seguir. Están fascinados por quiénes han conformado esta tortuosa línea temporal, admirándose por quiénes son hoy a pesar de todo lo pasado.

—Pero fue tan gradual cómo comenzamos a llevarnos bien que ni siquiera lo sé —comenta, buscando en Jinyoung una ayuda para recordar—. De repente estos tipos eran las únicas personas en las que confiaría con mi vida para cualquier cosa, en serio, cualquiera. Ni siquiera me lo creo. ¿Sabes? —me mira ahora— Yo no confiaban en nade. En nadie, Paige —repite en un tono más agudo, robándome otra sonrisa, está muy ebrio—. Y era insoportable con eso, Cian puede decirte.

Sí... Cian no ha podido atreverse a hablar de ti.

—Yo creo que igual ahora sigo igual. —Demonios, realmente tiene ganas de hablar.— Pero con ustedes aquí es diferente. Me limito solo a este grupo que se ha conformado desde aquel día. No puedo confiar en nadie más, ya sería demasiado.

—Cuando te conoció, Cian me contó cuán insoportable eras —me atrevo a decir, sabiendo que tal vez no es lo que quiera escuchar, pero con la esperanza de robarle una sonrisa con el simple hecho de hablar de ella.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora