Exilio

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Ruben se había despertado, iba a levantarse pero algo le decía que no lo hiciera, pero simplemente lo izo ignorando aquel "algo".

Bajo las escaleras y bajo a donde tenia su horno, su mesa de crafteo y se dejo cocinando unos filetes de cerdos mientras iba a buscar su espada, su pico, su acha y su pala, todas las herramientas echas de diamantes.

Volvió a subir y cuando saco sus filetes (los cuales eran 64) su celular vibro.

Chino feo

Ven a la mi casa necesito mostrarte algo
                                                                √√

Ok boomer.
           √√

Sin ninguna respuesta del "chino feo" salio a buscar su chocobo para poder ir volando, pero este no se encontraba.

- Joder macho, todo esto me pasa por no guardarlo en la puta red-

Sin más opción bajo por su ascensor y camino a la casa árbol de Willy.

En todo el camino no se topo con ningunos de sus compañeros y con solo un aldeano.

- Que raro- se susurro cuando llego a la casa de Willy.

Pudo avanzar hacia la puerta de metal sin problema alguno.

Las torretas estaban desactivadas.

Toco dos veces la puerta alejándose un poco de esta por mero impulso.

Nadie respondía.

Toco otras cuatro veces, y en la cuarta vez la puerta se abrió ligeramente dando a entender que la puerta nunca estuvo cien por ciento cerrada.

Con movimientos lentos abrió la puerta para meter su cabeza dentro.

La casa estaba a oscuras.

-¿Hola?-

Y todo se volvió oscuro de golpe.

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¿Cuanto tiempo había pasado? No lo sabia ¿Que le había pasado? Era lo que más le intrigaba ¿Porque había tanto gritos? Esa respuesta se le seria respondida enseguida.

-¡Rubius es de la hermandad oscura!- grito aquella persona que le había enviado mensaje.

-¡Hay pruebas!- esta vez fue el psicólogo del pueblo.

Rubius pudo ver como de su mochila sacaban su traje de la hermandad oscura.

-¡¿QUE?!- fue lo único que pudo decir e intentar arrebatarle el traje a Alexby.

Su intento fue en vano.

Lo habían atado.

Estaba atado en un poste de madera en medio del pueblo mientras los aldeanos y sus compañeros lo abucheaban y escupían.

-¡Esta y más pruebas fueron encontradas en su contra!- grito el de antifaz de búho.

Rubius no sabia que hacer. Quería gritar, quería llorar, quería golpear, quería correr. Correr e irse de allí.

No eres tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora