CUARENTA Y SEIS

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Cuando me di cuenta de que Finn había dejado la habitación, más bien, cuando lo obligué a salirse de la habitación, noté la necesidad que tenía de tocarlo, de escuchar su voz, de sentir sus dulces y finos labios sobre los míos, de sentir su cuerpo sobre el mío... ¡Dios! Lo amaba, y despertaba tantas cosas en mí que no era posible estar sin él ni un segundo. Limpié las lágrimas que habían salido de mis ojos después de la pelea que habíamos tenido y di un respingo cuando Jack se apareció frente a mi rostro.

- ¿Acaso quieres que muera de un infarto? - Exclamé después del susto que me dio.

- No, eso no.

Reímos un poco y después su dedo índice apartó un mechón de cabello de mi rostro poniéndolo justo detrás de mi oreja. Una lágrima salió de su órbita. Él la notó y rápidamente la limpió con la yema de su dedo pulgar. Trazó una línea suave en mi mejilla y me sonrió gentilmente.

- Aquí estoy. Siempre tuyo.

Me abalancé cuidadosamente sobre él y me solté a llorar como niña de tres años. Su mano acariciaba mi espalda mientras mis pulmones dejaban salir tantos sollozos como gemidos. Tomé una bocanada de aire y dejé que las últimas lágrimas salieran lentamente.

- ¿Por qué, Jack? - Pregunté soltando un suspiro casi interminable.

- ¿Por qué, qué?

- ¿Por qué yo y no a otra chica? ¿Por qué ese hombre me vio como una presa y no a otra? ¿Por qué?

Nos quedamos un momento en silencio, sin articular palabra ni sonido alguno.

- Lo sé. Lo siento mucho. Lo que te sucedió no debería haberte pasado. A nadie. No deberías "haber tenido la suerte" de que Alan te salvara, porque lo que ese enfermo te hizo, no tendría que suceder. - Me miro fijamente a los ojos, mostrando seriedad y compasión. - Pero no hablemos más de eso.

Tragué saliva.

- Finn vino. - Solté.

Jack esperó a que siguiera hablando.

- Me engañó, ¿sabes? Se revolcó con otra mujer mientras estaba en Luz, y me dolió. - Admití.

- ¿Qué le dijiste?

Una lágrima salió nuevamente invadiendo mi mejilla.

- Le dije que se fuera. - Susurré con la voz quebrada. - Ni siquiera dejé que me explicara. - Sollocé. - Debiste ver su cara... nunca lo había visto así, jamás. Y me siento terrible por eso.

- Hiciste lo que tu corazón te dictó, ¿No es así? - Preguntó mientras acariciaba mi mano.

- No, hice lo que mi enojo me dictó.

Era cierto. Si yo hubiera tomado las decisiones y no mi enojo, le hubiera dado oportunidad a Finn de explicarme lo que había pasado.

- Tienes tiempo de resolver esto, Nada está perdido para siempre. - Me dijo.

 Lo puse justo frente a mi rostro. Miré sus labios que me invitaban a besarlos, que me tentaban a lamerlos despacio y también morderlos. Mis manos viajaron hasta su ostro, tomándolo entre ellas y acercándolo más a mí. Una de sus manos alcanzó mi torso y lo acarició lentamente.

- ______...

- Solo... Bésame, ¿Quieres? - Le pedí.

Se acercó más a mi rostro hasta que pude sentir sus labios rozar los míos. Se separó e hizo una mueca. Volvió a acercarse a mí y atrapó mis labios entre los suyos. Sin romper el beso, me abrazó por el torso y pegó su cuerpo al mío. Le dio una pausa a nuestro beso para respirar y volvió a envolverme en esos suaves labios suyos. Lamió mi labio inferior y yo mordí el suyo. La velocidad del beso de repente incrementó mientras el sonido de la máquina que registraba los latidos de mi corazón lo hacía también.

Jack se rió por lo bajo y me miró divertido.

- Creo que aún enciendo cosas en ti, dulzura. - Dijo con voz seductora. Se acercó a la máquina y bajó el volumen. - Es reconfortante escuchar tu corazón.

Intenté recuperar mi respiración cuando de repente Sophia entró por la puerta e hizo que ambos, Jack y yo nos separáramos de prisa.

- Buenos días, ______. ¿Cómo te sientes el día de hoy? - Preguntó amable.

- Físicamente me siento, pero emocionalmente, no mucho.- Admití bajando la mirada.

- Bueno, llamé al departamento de psicología y estarán contentos de atenderte cuando te demos de alta.

Me sonrió y acercó a todas las bolsas llenas de líquidos que estaban colgadas en un tubo a un lado mí. Todas ellas daban a la manguera que estaba por mi piel y me abastecía de medicinas. Las revisó y me miró.

- ¿Te duele la cabeza?

- No tanto como ayer.

Asintió con la cabeza y anotó algunas cosas en una libretita que llevaba en las manos.

- Soph - Susurré tímida. Ella puso su atención en mí, haciendo a un lado la libretita. - ¿Pudiste contactar a mis padres?- Le pregunté insegura. 

Me miró con compasión y luego me tomó de la mano. Negó con la cabeza y acarició un mechón de cabello que estaba fuera del vendaje.

- No te apresures. Ellos te aman.

- Gracias, Sophia.

Mis ojos se humedecieron pero no dejé que ni una sola lágrima saliera de mis ojos.

- Bueno, autorizaré tu salida para el viernes. Me enteré que es tu graduación, así que quiero que aguantes solos dos días más para salir y divertirte un poco, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza delicadamente, no quería volver a gritar por el dolor.

- En un rato vendrán algunas enfermeras para auxiliarte en tu ducha.

Sentí como el color subió a mis mejillas, me daba pena saber que alguien más tendría que ayudarme a ducharme. Cuando Sophia salió de la habitación, Jack se acercó a mí cautelosamente y me dio un beso rápido en los labios.

- Lo lamento. - Dijo avergonzado.

Le sonreí tiernamente y besé la comisura de sus labios. La confusión habíaa regresado de nuevo. No puedes amara a dos personas, simplemente no puedes.

- ¿Puedes ir a traerme un vaso de agua?- Le pedí, empujándolo gentilmente lejos de mí.

- Claro. - Volvió a sonreírme y besó mi vendaje en la cabeza.

Salió rápidamente. Cuando lo perdí totalmente de vista, tomé mi celular de la mesita de noche y noté que tenía más de 15 llamadas perdidas de mis amigas y más de 50 mensajes de ellas preguntando por mí. Nadie de ellas sabía, pero era hora de enfrentar mi realidad.

"Hospital Notre Dame. Habitación 505. Las amo".

¿Y ahora a quién prefieren? Finn o Jack? 



sᴇx ɪɴsᴛʀᴜᴄᴛᴏʀ | ғɪɴɴ ᴡᴏʟғʜᴀʀᴅ. [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora