Llamada

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"Todo lo que tiene nombre existe. Todo a lo que damos nombre, describimos, es creído alguna vez, tiene su versión real, tan física como nosotros mismos, en algún lugar de la inmensidad inabarcable por el pensamiento que es la realidad existente. Ahora bien, todo eso no tiene cabida en un mismo sitio a un tiempo, y por tanto es complicado, si no imposible, que se tenga constancia de todo lo que existió, existe, o existirá. No entremos en más detalles, porque poco hay que pueda decirse que pueda ser comprendido realmente. Lo importante, ahora mismo, es que hay un lugar intermedio, un plano, por usar los términos que los mortales de esta tierra llevan utilizando desde hace más tiempo del que son capaces de imaginar, donde todo tiene cabida, donde todos nos mezclamos, donde todo puede verse.

A lo largo de la historia, este espacio intermedio se ha llamado Tierra de los Sueños. Y podría decirse de ella que es la más indómita, la más salvaje, la más imprevisible e ingobernable de todas las existentes. Claro que es posible que digamos esto porque solo conocemos algunas y nada comparable.

Ahora, incluso en la tierra de los sueños existe un orden interno dentro del caos, como siempre ocurre, un orden negado a la visión de los extraños, un orden que solo puede verse desde la distancia. 

Y es a esa distancia a donde vamos.

Imagina un paraje nevado. Un desierto cubierto de nieve. Una tundra solitaria con una tormenta permanente. Ve el cielo magenta que todo lo cubre, las varias lunas, cada una en una fase diferente de su ciclo, que a pesar de las nubes que cubren el cielo pueden verse a través de la helada. Ahora levanta la mirada. Sí, se que es complicado ver en la ventisca, pero ¿acaso no ves un sendero angosto que parece bifurcarse ante nosotros? Si giras al suroeste, regresarás a la vigilia. Si giras al noreste, llegaréis al lugar al que quiero guiarte. 

Tomémoslo, por un instante, solo hasta que veas en la distancia la silueta borrosa de una torre de hielo. Bien pareciera  una montaña desde esta posición. No temas nada. Nadie habita allí. En realidad, no es más que una atalaya. A veces, aquel que allí espera, utiliza la forja para hacer brillar un punto en alguna parte. Vosotros, los mortales, veis esto como un titileo en la Estrella del Norte. En realidad podría decirse que es nada más que una señal de humo. No es frecuente. A fin de cuentas, el que allí espera no tiene tiempo tampoco para regalarse con mensajes que tal vez no lleguen nunca, pues muchas son sus obligaciones para con aquellos que siguen a las sombras, y pocas veces puede huir de las brumas como para llegar a la torre, aunque aún desde las brumas mantiene el orden invisible del mundo onírico.

A veces, cada cierto tiempo, desaparece un tiempo. Hemos aprendido que es mejor así. No sabemos de sus actividades. Sabemos, no obstante, que viaja a la tierra de los hombres. A menudo, a su regreso, hay un periodo de Sombra. Los cielos se tornan oscuros, las tormentas, de hielo. Las lunas pierden su brillo y quedan en luna nueva permanente. No suele ser duradero, siempre hay un fogonazo repentino, una hoguera, que hace que todo cambie. Los hay que dicen que el que espera recibe la visita de alguien capaz de calmar su rabia y llevarle de nuevo a las brumas con ánimo renovado. Pero esto son solo habladurías, porque nadie conoce sus motivos ni se sabe siquiera qué es lo que está esperando. 

Pocos hay que conozcan siquiera su verdadera forma, y por tanto ha recibido muchos nombres a lo largo del tiempo incontable. Lo único que por seguro se sabe de él es que habita en la bruma, y viaja tras las sombras, y mantiene el orden sin darse siquiera cuenta de ello, aunque de esto último no se puede tener certeza. Y que viaja constantemente entre la Tierra de los Sueños y la de los Mortales, y a la Torre de Hielo, y de nuevo a las Brumas. Por eso, entre aquellos que saben más, se le conoce como el Errante.

Dicho esto, regresemos al presente, pues nada más leos de mi intención que asustarte con cuentos. ¿Ves la torre ahora? Desde luego que sí. Escucha ahora porqué te he hecho venir hasta aquí: 

Hace ya un tiempo que el Errante ha marchado de la Tierra de los Sueños. Tampoco se sabe de él en las brumas, la torre está vacía. No responde llamadas si no son lo bastante divertidas para llamar su atención. Y no tenemos ni idea de cuándo volverá.

Cuando esto ocurre, las Sombras se liberan. Aún más, tampoco es que estén demasiado vigiladas mientras está presente. Pero las sombras liberadas tienen cierto riesgo, hacen que todo se vuelva confuso. Suponen un reto para los habitantes de esta tierra que, por mucho que sea una tierra de tránsito, los habemos. Y un peligro para los que la visitan. Los habrá que regresarán locos a sus mundos, y otros con la mente preclara. 

A los periodos en que no está el Errante aquí, los conocemos como Tiempos de Frontera.

Siéntete privilegiado. Cuando el Errante está, estas cosas no son posibles salvo para aquellos que tengan una enorme fortaleza mental. O un guía, pero eso es un papel del que me encargaré yo mismo de momento. 

Ahora, esta es tu decisión: Si te das la vuelta, puedes regresar a la encrucijada y regresar a tu mundo con la idea de que todo esto ha sido, nada más, que una pesadilla vacía de significado. O puedes fijar la mirada en la Torre y avanzar. Tranquilo, no llegarás a ella. En el momento en que parezca que la hayas alcanzado, te verás fuera de la tormenta, en mitad de la Tierra de los Sueños. Y no podrás ver la torre de nuevo, porque solo el Errante tiene acceso a ella.

¿Qué dices? ¿Quieres regresar? ¿O estás listo para lo que espera en estos nuevos Tiempos de Frontera?"

Tiempos de FronteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora