—31 de Diciembre, 2010.
Diciembre llega con la primera nevada, y naturalmente acompañada por las fiestas del mes. Seúl se ve rodeada de: luces y guirnaldas brillantes, tiendas repletas, y tazas de café que no abastecen. Yoongi sacude sus manos intentando encontrar un poco de calor, mientras toma pequeños sorbos de lo que sea que Seokjin compró para él.
El chico alto, de ahora dieciocho años, luce como un modelo de revista abrigado con un gran abrigo y un suéter mullido. A diferencia de Yoongi, que lleva un hoodie sobre otro intentando encontrar el calor necesario. Es la víspera de año nuevo y el centro comercial, por el que caminan, se ve atestado de personas; pero, Seokjin no se rinde, mientras intenta conseguir la edición limitada de uno de sus videojuegos favoritos.
El más bajo toma cinco sorbos cortos —de lo que sus sentidos captan como café americano, y da unos cuantos pasos, mientras tanto sigue al bonito chico de cabello negro. Yoongi se mece suavemente entre sus dos pies buscando de reojo e intentando ser el héroe de la tarde.
Una caja roja, con letras brillantes y coloridas.
Entre tantas personas, su búsqueda parece imposible. Yoongi quiere maldecir a Seokjin por tenerlo fuera de su casa en un día tan frío como ese, y todo su parafraseo se mantiene hasta que sus ojos se encuentran con la apremiada y dichosa caja roja. Tirada en un rincón de la tienda, ligeramente cubierta por otras pequeñas cosas, probablemente escondida por alguien más. No sabe cómo, pero sus pasos lentos se transforman en pisadas largas, el corto momento de adrenalina en su sistema lo indica: está dispuesto a quitárselo de las manos a quién sea, pero esa pequeña caja tonta de color rojo y letras coloridas debe ser suya.
Y la consigue. Al mismo tiempo que Seokjin luce extremadamente feliz cuando la deja sobre sus manos y corre en dirección a pagar.
Después de un largo año y muchas aventuras juntos, Yoongi se considera un fanático de la sonrisa del mayor: mejillas levantadas y ojos brillantes. Es simplemente cautivador ante sus sentidos.
—¿Tu café estaba rico, Yoon? —Seokjin pregunta en tono dulce, mientras abraza la pequeña bolsa de regalo.
—Pediste mejores. —El menor responde en tono de burla.
El mayor bufa. Comprar el café indicado es la misión de Seokjin, encontrar uno que se adecue al excéntrico paladar del menor. El mejor de los mejores, solo para Min Yoongi.
Seokjin no sabe cómo nombrar el extraño vínculo que tiende entre ambos. Amistad, cariño, quizás... complicidad. Si debe ser sincero, él realmente no lo sabe, pero está seguro de que adora la compañía del pequeño chico de mejillas sonrojadas. Incluso si en ocasiones es un dolor de cabeza, demasiado excéntrico y serio a comparación de su temperamento. Cada uno es de otro extremo, como si fueran de distintos mundos.
—Deja de consentirme tanto —murmura Yoongi—, estoy empezando a acostumbrarme.
Seokjin cree que él también podría acostumbrarse. Yoongi vibrando a su alrededor, uno de los conceptos favoritos que rondan por su mente.
Yoongi. Yoongi. Yoongi.
Después de un largo año, su nombre suena como una hermosa canción de cuna en los labios del mayor.
—Prometiste llevarme a Daegu en año nuevo, eres un mentiroso. —Seokjin bromea y es empujado ligeramente.
—Mis padres decidieron viajar solos —responde el más bajo en un tono gangoso.
—No los culpo. Tener a Hyo y a ti como hijos debe ser complicado.
Yoongi ríe, melodioso y suave. Demasiado encantador como para no quedarse admirándolo.
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Tastes just like home. (ksj+myg)
Fanfic( ksj ; myg) Hay algo bastante curioso sobre el amor, y es que, nada es lo mismo después de él. Una vez que llega, el tiempo se pausa, el mundo parece detenerse por un momento, para luego continuar con su rumbo. Yoongi lo sabe, el amor y la relativ...