*CAPÍTULO 1*
Me enderezo en el asiento, desentumezco las piernas y los brazos, y me desabrocho el cinturón de seguridad para poder levantarme. Estoy deseando pisar tierra firme.
Por lo visto todos los pasajeros comparten mi deseo, porque se apiñan a la salida.
A saber si también a ellos les falta el aire... Kate no parece tener el menor problema: pasa por mi lado a toda prisa, se abre paso entre la multitud para bajar y cuando la pierdo de vista comprendo que lo ha conseguido. Daría lo que fuera por tener una pizca de su descaro y de su capacidad para adaptarse a las novedades. Aceptó mucho mejor que yo la noticia del traslado y ahora diría que parece incluso feliz.
Al cabo de más o menos una hora, después de haber recuperado las maletas, salimos del aeropuerto y subimos a un taxi. Mi madre, Kate y yo nos apretamos en el asiento posterior, y papá se sienta delante.
A través de la ventanilla observo la ciudad que fluye ante mis ojos y que no tardará en convertirse en mi hogar: rascacielos, mar, palmeras, playas, casas y, de nuevo, el mar.
Vamos a vivir en Miami Beach, es lo único que no me desagrada, al contrario. Me encanta el mar y espero poder pasar todas las tardes en la playa.
Las calles que atravesamos están llenas de chicos de mi edad que circulan a toda velocidad con sus skates, que patinan o que van a la playa en bermudas y con la tabla de surf bajo el brazo. Tengo que reconocer que el sitio no está nada mal, sobre todo en esta época del año.
Espero poder hacer nuevos amigos desde el primer día de clase. Cuando era pequeña sufrí mucho a causa de la timidez. Tenía la sensación de ser invisible a ojos de los demás y no comprendía que, en realidad, era yo la que me aislaba. No obstante, por suerte pude contar con Cass y con Zabdiel. Luego, en el primer año de instituto, decidí que debía cambiar de actitud: me envalentoné y aprendí a relacionarme con las personas. De hecho, ahora tengo un montón de amigos. Mejor dicho, tenía un montón de amigos.
El taxista frena bruscamente y me doy de bruces con el asiento delantero.
—Pero ¿qué le pasa? —estallo.
El tipo saca la cabeza por la ventanilla.
—¡La próxima vez mirad antes de cruzar con el semáforo en rojo, chicos! ¡No os he atropellado de milagro! —grita.
Me asomo también para ver con quién está hablando y diviso un grupo de chicos; uno se está riendo como un idiota en las mismas narices del taxista.
Creo que tienen mi edad. Tres chicos y una chica, vestidos a la moda y muy guapos.
A saber si van también a mi futuro instituto. Espero que no. No me gustaría toparme en clase con cierto tipo de gente.
El taxista se disculpa por el frenazo y arranca de nuevo. Rodeamos un parque y nos adentramos en un barrio lleno de casas gigantescas. El taxi se detiene por fin. Mi padre empieza a descargar las maletas.
Miro alrededor. Veo unas casas enormes con unas piscinas y unos jardines impresionantes. Además, todas tienen, al menos, dos plantas. Huele a mar, así que la playa no puede quedar muy lejos.
—¡¿Es la nuestra?! —digo señalando la mansión que hay justo enfrente de nosotros.
Mi padre asiente con la cabeza, y me quedo boquiabierta. Cuando le eché un vistazo en Street View no me pareció tan grande, al contrario. Tiene dos pisos y desde aquí puedo ver ya la piscina... ¡que no veo la hora de usar!
—¡Guau! —exclamo.
Kate coge al vuelo sus bolsas y corre entusiasmada hacia la entrada.
—¡Muévete, papá!
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My Dilemma (christopher Vélez y __ )
FanfictionHistoria adaptada, todos los creditos son para la autora original