||Capítulo Cuatro||

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🌻| | A    s t r a n g e    n a m e | |🌻

Él observa por unos segundos la mano extendida que le ofrece la señora pelirroja.    "Me pregunto si siquiera podrá conciliar sueño".     Mentiría si dijera que la idea le agradaba. Ambos conectan miradas como lo habían hecho en todo el día, sin embargo esta vez Gon no se asustó. Se podría decir que ya se acostumbró a la mirada azulina fulminándolo.

Mito no dejaría al chiquillo en ese oscuro rincón por la noche, y se lo comentó en la cena, mientras que el chico misterioso cabeceaba exhausto. — Pienso que tal vez debería de dormir en tu cuarto. — El silencio fue algo que rondó por minutos, siendo acompañado por el sonido de los cubiertos chocando con el plato. Pese a las excusas que dio de por medio, su tía se mantuvo firme a la decisión, con las siguientes palabras: — Si algo llegase a pasar, iré, e intentaré mantener bajo control la situación. —- Gon realmente no supo cómo tomar esas palabras, y alabó a su tía por la desbordante confianza que parecía tener. Se creía con la suficiente autoridad como para cumplir su palabra.

Sin saber que en realidad temblaba como una niña por dentro.

La mano de la señora no fue tomada, fue rotundamente rechazada por el de hebras plateadas, parecía que quería quedarse allí. Sólo. Sin embargo Gon logró ver el miedo en sus finas expresiones. Por supuesto, aún no confiaba en ellos.
El moreno suponía perfectamente lo que pensaba el chico. Que lo secuestraron y llevaron a un lugar desconocido, que si bajaba la guardia estaría perdido. Pero las cosas no eran así... en parte.  — Si te quedas aquí, pescaras un resfriado. Vamos a llevarte a un lugar más cómodo. — Parece que su tía Mito es realmente buena con los niños. Era algo que supuso hace mucho tiempo, pero que demostraba cada día, hoy en especial.

Se encontraban subiendo las escaleras en dirección a su habitación

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Se encontraban subiendo las escaleras en dirección a su habitación.
El chico de piel Nivea tiraba de la parte baja del abrigo que su tía llevaba, aferrándose a él, como lo debería de estar haciendo con su mano. Pese a que le incomodaba, la señora no dijo nada, y dejó que el agarre continuara.

La escena le hace recordar a cuando era un pequeño retoño, en sus días de kínder solía tomar así a sus compañeros cada que iban de paseo, cruzaban una calle, o simplemente caminaban juntos.
Una costumbre inculcada que no se le quitó hasta los siete años. — Dormirás aquí, cariño. — Su cama diminuta no seria capaz de amparar a ambos, no sin un abrazo de por medio, aunque Gon ya tenía muy en claro que, aunque su cama fuera tan ancha como su casa, el albino no dormiría en el mismo lugar que el. Su tía Mito también se dio cuenta de ello, no era tan despistada.

Hace unos días se habían quedado unos cuantos amigos del moreno, los colchones que usaron estaban limpios, al igual que las sábanas y almohadas. Esperaba que el menor aceptara acostarse, y dormir un rato.
Lo había visto cabecear agotado, en ese rígido sillón, que no era para nada cómodo. Lo vio también acostarse por unos cuantos minutos, en lo que Gon lavaba los platos, intentando conciliar el sueño. Pero fue su mirada indiscreta la culpable de que se despabilara, y volviera al ataque. Gon y el chico no parecian llevarse bien, y ella podía entenderlo perfectamente, sin embargo, su instinto maternal le decía que ambos jóvenes debían de pasar tiempo juntos, y resolver las cosas como fuera posible.

Al menos, Gon debía de hacer el intento, porque aunque sonase despiadado, dudaba que el albino aportará siquiera unas cuantas palabras. No por el momento, al menos. — ¿Quieres ponerte algo más cómodo? — Un suave tono carmín enciende las mejillas del más pálido, fue rápidamente notado por el moreno, que abrió la boca asombrado, pues no esperaba verlo sonrosado.
Gon observa como el más alto da unos cuantos pasos al frente, y toma la almohada como si fuese un tesoro. Sus ojitos azules resplandecían como si aquella baratija fuese lo más preciado, como si no lo hubiese visto hace mucho. — Es suave... — Si, aquél chico seguía siendo un niño.

La mujer pelirroja se asombra, gira la cabeza en dirección al moreno, y ve como tiene una dulce sonrisa. Parece que la única fuera de lugar, es ella, y tal vez luego se tomaría de preguntarle a Gon que era lo que pasaba.

Mito pasó poco tiempo con el menor. La imagen que se había hecho era la de un joven primitivo, el escuchar su voz, diciendo algo coherente, fue música para sus oídos.

El albino abrazaba la almohada con una firme sonrisa. Y no es necesario mencionar que eran ambos Freecss, veían la escena conmovidos.  "Puede que gruña, y aulle... Pero es un niño. Por dentro, es humano.... Y yo y mi tía nos encargaremos de sacarlo a relucir."

— ¿Y si comenzamos de nuevo? — Se gana la mirada del chico

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— ¿Y si comenzamos de nuevo? — Se gana la mirada del chico. Le veía con esos ojos curiosos, que le había estado mostrando al rededor de toda la mañana. Aparentemente el chico no sentía nada más que curiosidad por lo que decía, porque no le había mostrado alguna otra emoción, que no fuera miedo, o enojo retenido, claro. — Hagamos como que nada pasó, y que nos acabamos de conocer, ¿Qué dices? — La luz amarilla que emanaba su linterna era lo único que los mantenía despiertos, pues ambos estaban cansados. Gon decidió aprovechar el cómodo silencio que se había formado, tras la incomodidad.

El albinos seguía dirigiendo su mirada a la puerta del cuarto, seguramente en busca de Mito, pues parece ser que se encariñó con la mujer.
La señora tuvo que decirle que todo estaría bien, entre suaves caricias, porque no la quería soltar. Tenía miedo de estar a solas con el azabache.

Gon tomó los segundos de silencio como una respuesta afirmativa, ¿Qué más podía hacer? Realmente quería saber qué clase de nombre tendría el chico-lobo.
Cada vez le daba más y más apodos, y ya no podía tolerarlo. — Soy Gon, ¿Y tú? — El de ojos azules se asomó desde el colchón. Gon aún no se acostumbraba a su mirada fría, sin embargo algo cambió.

Esta vez no le fulminaba, o ignoraba.

El tono carmín seguía presente en sus mejillas, algo difícil de notar por el color de la luz que los iluminaba, y la oscuridad provocada por la sombra de su cama -que le daba directamente al de cabello blanco-, sus ojos le acechaban con emoción, y aunque no había una sonrisa en su rostro, puede decir que el albino estaba extasiado.
— ... Soy Killua.

Wild Boy     [GonKilluGon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora