Une maison pour moi.
La mañana del 2 de septiembre el colegio Hogwarts era una maraña de cosas, alumnos despertándose temprano, otro durmiendo hasta tarde, profesores preparando sus clases y entregando horarios, los elfos terminando el desayuno y enviando algunos a la mesa de profesores y para los alumnos madrugadores.
Ginger estaba durmiendo en su cama, en su habitación, junto a Harry. Severus había llevado en medio de la madrugada a Ginger a su habitación, Harry había sido obligado por una medio dormida Ginger a quedarse con ella durmiendo, por lo tanto Harry amaneció con Ginger pegada a él como si ella fuera una garrapata. Harry se movió un poco para poder ver el rostro de Ginger, se veía tranquila, como si la noche anterior no se hubiera desmayado en el Comedor y no tuviera preocupación alguna. Pero Harry sabía que cuando ella despertara su rostro se iba teñir de nuevo con preocupación y nerviosismo. No quería eso.
Ginger suspiro entre sueños y se acurruco contra aquella cosa cálida que estaba abrazando, inhalo fuerte y sonrio por el olor a algo parecido a un bosque, a naturaleza. Pero tuvo que abrir sus ojos cuando un rayo de luz le dio en la cara y la cosa a la que se abrazaba se movió mucho. Ginger lo primero que vio fue las hebras de su cabello pelirrojo y algo que subía y bajaba. Un poco más despavilada se dio cuenta que aquello que subía y bajaba era el pecho de alguien, y cuando subió la vista se encontró con los ojos de Harry.
Ella se quedó inmóvil, se tensó al darse cuenta que estaba tocando a Harry y que no tenía guantes. Saco su mano del pecho de Harry y junto ambas en su propio pecho y se alejó al otro extremo de la cama, lejos de Harry. Se hizo un silencio incómodo, que Harry decidió romper.
- Ginger, ¿Estas bien? - la aludida miraba sus manos, quería contestarle a Harry pero su voz no salía.
Levemente Harry se acercó a ella pero no la tocó. Ginger estaba respirando agitadamente, junto sus piernas y las abrazo, sus manos quedando al alcance de Harry. Él estaba por tocarla, pero una susurro le dijo que no. Él miró hacia la voz, el Profesor Snape estaba ahí parado y vio como él se llevó un dedo largo a su boca. Le estaba pidiendo que no dijera nada. Harry se quedó quieto y miró como el Profesor Snape se sentaba junto a Ginger, vio que tenía una poción en la mano.
- Ginger, levanta la cabeza - Harry nunca en su vida habia escuchado una voz más suave, tan tranquila, y mucho menos espero escucharla del Profesor Snape.
- Severus - Ginger levanto la cabeza y rápidamente se había avalazando a los brazos de Severus en busca de confort.
- Tranquila, ven, toma esto - Severus alejo levemente de su persona a Ginger para que pudiera ver su rostro y darle la poción calmante que tenía en su mano - Va ayudarte a calmarte - Ginger miro la poción y arrugó la nariz, no le gustaban las pociones, pero debía admitir que eran efectivas.
Ginger solo se levanto el barbijo con una mano, mientras la otra todavía la tenia alrededor de la túnica de Severus, y abrió la boca. Severus le dio lentamente a Ginger la poción y Harry vio como Ginger se relajaba hasta acurrucarse en los brazos del Profesor Snape. Se sentía raro, como si estuviera interrumpiendo el momento y veía aún más raro ver cómo su Profesor daba demostraciones de preocupación o dejaba que Ginger lo abrazara. Pero se quedó ahí, mirándolos, soñando con el día en el que alguien lo abrazara y reconfortara de esa manera.
Severus luego de cinco minutos decidió que era hora de llevar a Ginger al despacho del Director y a Harry a su sala común a prepararse para sus clases.
- Señor Potter, póngase sus zapatos, tiene que ir a su sala común - Harry se sobresaltó ante la orden pero hizo caso, lentamente se movió hacia el borde de la cama y se puso sus zapatos escolares.
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Detrás del barbijo [HP]
Fiksi PenggemarLas paredes blancas de su cuarto y la mínima vista que tenía hacia la ventana, había sido todo lo que Ginger pudo ver a lo largo de sus 11 años. A veces bajaba al salón y otras a la biblioteca, pero de casa no salía, ni siquiera al patio a jugar con...