Única parte.

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Encerrados. Estaban completamente encerrados dentro del baño del gimnasio. Chan se cruzó de brazos recostándose en la pared observando como su ahora compañera de encierro se volvía histérica intentando abrir la puerta.

— ¿Puedes parar ya? La puerta no se va a abrir solo porque le des patadas —le dijo el chico con una media sonrisa.

Ella giro la cabeza con unos ojos que si no la conociera, lo habría asustado, pero ya estaba acostumbrado. En su lugar, soltó una risita.

— ¿Quieres ayudarme aunque sea? ¿O es que deseas quedarte aquí para siempre? —Chan resoplo ante el regaño y se separó de la pared.

— En primera, Anna. El entrenador debe estar por terminar la práctica, seguro que ahorita viene y nos saca. Y en segunda... —extendió un brazo por encima del hombro de la chica y dejo reposar su mano en la puerta, arropándola con su pecho muy cerca de ella. — no me importaría estar toda la vida encerrado contigo.

Y le sonrió. Como sabía que a ella la volvía loca. Anna se quedó quieta en su sitio y Chan espero su reacción. Cuando giro la cabeza para observarlo lo pudo notar, fue solo un segundo pero ahí estaba, el brillo en sus ojos que le decía claramente lo que ya tenía en claro, y luego un gruñido.

Con el codo la chica lo empujó hacia atrás

— Eres tan idiota. Podrías pasar la vida entera encerrado conmigo y ni así lograras que sienta más que desagrado por ti.

Auch. Podría haberle dolido pero era precisamente eso lo que lo atraía de Anna. Aparte de sus risos rojos como el fuego y esas pecas que lo hacían enloquecer, era esa mirada de pasión y reto que ella le daba siempre, hacía que Chan perdiera la razón. Tenía meses intentando cortejarla pero según la muchacha, él era un cavernícola, y no podía culparla por pensar eso. La mayoría de chicas lo pensaba. Pero todos esos intentos estaban dando resultados o al menos así lo creía. Porque podía distinguir en el brillo de sus ojos cuando se le acercaba, cuando le sonreía, cuando la molestaba, cuando la miraba, que ella también sentía algo por Chan, algo tan profundo y desenfrenado que todavía ni siquiera sabía que sentía.

— Lindo sentimiento, pero preferiría otro... —y dio un paso hacia ella, rozando las puntas de los pies, acorralándola entre la pared y su cuerpo. Anna al instante se tensó, y una oleada de calor los embriago a los dos.

—Incomodidad también, cuando invades mi espacio personal de esa forma. —las palabras le salieron a tropezones y eso le dio más seguridad a Chan. No, él estaba seguro de no era incomodidad, o en parte, pero otra parte, tanto podía sentir deseo.

— ¿Y porque parece que estuvieras emocionada? —clavo los ojos en los suyos y noto como Anna tragaba saliva, ella no lo miraba, al contrario tenía su mirada puesta en la boca de Chan y eso fue casi como una afirmación.

Hubo muchas veces que pudo haberla besado, simplemente jalándola y robándoselo, hubo muchas veces que estuvieron así de cerca. Nada le decía que esta no sería como otra de las tantas ocasiones en que Anna le encesto un rodillazo, lo golpeo en el estómago o le pateo la pierna. Pero Chan se arriesgaría, podría hacerlo todas las veces que hiciera falta para obtener sus labios.

— No estoy emocionada, estoy furiosa. —respondió Anna tartamudeando y Chan acerco su rostro un poco más.

— No, eso no es lo que parece —le sonrió colocando muy cuidadosamente su mano en el cuello de la pelirroja.

Ambos respiraban lento como si estuvieran esperando cualquier movimiento del otro.

— Si no quieres que te bese golpéame. —susurro encima de su boca y los labios de Anna se entreabrieron temblorosos sin poder decir nada. Chan acerco más su rostro, casi podía sentir sus labios debajo de los suyos y juro que podía escuchar su corazón latir fuerte.

— Si no te alejas te voy a golpear. —le advirtió ella pero no movió ni un solo musculo. Estaba quieta bajo su tacto, como si estuviera esperando que no se alejara.

— Esa no es la respuesta —acaricio la nariz de su chica roja con delicadeza esperando que ella se dejara hacer, que se quedara quieta y la dejara besarla.

— Te voy a golpear, Chan.

El tono de voz duro e inflexible hizo que retrocediera, mirándola con los ojos entrecerrados, inspeccionándola, esperando rastro de alivio, pero él sostuvo el simple acto de los hombros de Anna bajando abatidos, decepcionada y fue todo lo que necesito.

— Me arriesgare.

Y sus manos jalaron la cintura de la chica hacia el chocando sus labios contra los de ella.

En un primer momento ella ahogo un grito y tuvo un acto reflejo de alejarlo por los hombros pero cuando Chan iba a retirarse, debido al rechazo, Anna se arreguindo a su cuello y lo beso de la forma más sensual que él pudo haber sido besado en su vida. Desesperada, así la sentía, soltando pequeños jadeos en su boca que lo hacían volverse loco. Lengua con lengua, pensó que estaba en un sueño. Anna estaba devorando su boca, tanto como lo había querido desde siempre. Fundirse en su boca y probar toda la sensualidad y pasión que quería de ella. Estaba tan emocionado, tan enamorado, apretando a la chica contra sus brazos y contra la pared, besándola con desenfreno y toda la fuerza que ella exigía, que no se dio cuenta cuando el cerrojo de la puerta hizo "clock" y se abrió.

— Ah, bueno... —la voz del entrenador resonó a sus espaldas, pero Anna se negó a desprenderse de su cuello únicamente solo de su boca.

Chan echo la cabeza para atrás sonriendo. Que importaba que alguien los viera, que importaba si todos los veían. Estaba tan feliz que no le importaba absolutamente nada más en ese momento, solo la preciosa mirada avergonzada y sonrojada que le estaba dando Anna.






Dato curioso: las orquideas rojas significan pasión, sensualidad y deseo.

RIESGO (Seventeen/Dino) - drabble -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora