Todos tenemos talentos, dicen. Hablar abiertamente con cualquier persona es uno de los míos. Supongo que esto ha hecho destacar mi nombre como anfitriona para la función de fin de año. La actividad no es de asistencia obligatoria, por lo que en los últimos años no ha ido ni siquiera la mitad del personal. ¿Qué sentido tiene hacer esto para tan poca gente?, pensé. Quizá ni los cinco que asistan realmente lo aprecien. Vamos, ¿a cuántos nos gusta pensar que todo está perdido para no hacer lo suficiente?...
Muchos podrían confundir a Mejía con un filósofo activista o con un fanático obsesionado por el bien. La elección de estudiar derecho estuvo siempre supeditada a esta ferviente pasión por la justicia. Nunca se planteó de lleno dedicarse a la política, pero cuando se crece en medio de una fuerte influencia en el ámbito público es inevitable tocar, aunque sea tangencialmente, algunos matices.
Kenia sabía que sus ideales políticos eran bastante nobles: disminuir los umbrales de pobreza, aumentar la cobertura educativa y quizá el proyecto más idealista hasta hoy: dejar sin voluntad a los políticos de turno que se pelean para participar en el juego del ‘quién se queda con más dando menos’. Pero en realidad, en esta instancia, poco le importaban las razones que le movían, importaban sí, los resultados.
Desde aquella madrugada en el despacho, Kenia se comprometió a aunar esfuerzos para que los simpatizantes del candidato que apoyaba en los comicios del municipio, también elegirían a Mejía como fórmula departamental. La situación era más compleja de lo que parecía. El conservatismo de ultra derecha y las ideologías socialistas de extrema izquierda con las que lidiaban ciertos votantes hacían desgastante cualquier empeño, muy a pesar las varias conciencias canjeadas ya por un par de billetes de mediana denominación y algunas cucharadas de arroz. A menudo, en el controvertido mundo de la política, funcionan bastante bien como mordaza para acallar la inconformidad de unos. Parece surrealista, pero un voto popular se compra hoy, también a expensas del hambre.
Resulta ilógico un canje así, en el que se intercambia un plato de comida por cuatro años de mal gobierno. Es como dar un cheque en blanco a cambio de una tele de la que por cuatro años no se tendrá el control, pero lo que es peor, frente a la cual sólo se interviene como espectador. Aun así, esta estrategia continúa siendo un medio de cambio infalible cuando el estómago deambula vacío.
Ganar las elecciones sería realmente un reto. Armando proyectaba gran seguridad. Un estilo de vida pragmático le sumó varios adeptos, pero al mismo tiempo, por las mismas razones, decenas de opositores para quienes sus planes eran más bien una piedra en el zapato. No obstante, los sondeos de preferencia electoral, señalaban a Mejía entre los candidatos favoritos. Si esta tendencia se sostenía hasta los comicios departamentales, la victoria sería segura.
Poco entendía en aquel entonces el enrevesado lenguaje de Kenia. Las llamadas entraban a cualquier hora del día y su estado emocional pasaba de eufórico a decaído en cuestión de minutos. Recuerdo sus ojos, eran de lo más cautivante que he visto. Verdes, con pequeñas manchas café que se fundían con finos trazos color miel alrededor de su pupila. Lo que más me intrigaba era lo voluble que podían llegar a ser. Aceituna, cuando rebosaba de alegría, grisáceos en medio de acaloradas discusiones y mi favorito, esmeralda, el tono más alucinante que se asomaba, paradójicamente, cuando la tristeza le consumía el alma.
Aquella tarde, Mejía fue a su casa para aterrizar algunas ideas. Compartió lo que hasta ese momento fue un hecho revelador para mí. El poder de cambiar el rumbo de la historia desde la política. Hablaba sobre la urgencia de atender las necesidades básicas no sólo en función del derecho ‘a tener’ sino desde la libertad de elegir, siguiendo la postura de Amartya Sen. Que si estudio fuera del país sea una elección y no la consecuencia de la falta de oportunidades dentro. Que si no voy al médico sea porque he elegido la sabiduría ancestral de la abuela y no porque el sistema de salud no me garantiza si salgo amputado tras un diagnóstico de gripe, entre otros asuntos. Yo, escuchaba atentamente como si cada palabra albergara un sabor más dulce que la anterior. Apoyaba el rostro sobre mis manos mientras le miraba sin parpadear. Todo se escuchaba con una increíble fluidez hasta que el rústico sonido de las bisagras de la puerta, colocaron en pausa la escena.
- ¡Compadre! y entonces, ¿cómo va la vaina?
- Hey, Augusto! ¿cómo estás? Aquí como loro mojado, que cuando empiezo a hablar de proyectos nadie me para. –Sonríe avergonzado al mirar su reloj de pulso y darse cuenta de que no había parado de hablar en los últimos 45 minutos.
- Hmmm ya. –Cruza uno de sus brazos al tiempo que comienza a engullirse la cutícula del pulgar, un gesto característico que respondía a su ansiedad cuando no sabía qué decir.
- Bueno, Kenia creo que ya va siendo hora de irme. Vamos por buen camino. Comparte a Augusto sobre lo que hemos hablado. Él puede aportar mucho a la campaña con su experticia y conocimientos.
- Claro que sí, cuente con nosotros Dr. Mejía. Hace falta en la Gobernación una persona con sus capacidades. –El arte de adulación era incipiente para Kenia, sin embargo, de a poco comenzaba a entender cómo esta herramienta era bien apreciada por los políticos, aunque el título de ‘Doctor’ sólo se tratara de un simple formalismo.
Levantando el brazo para despedirlo desde la puerta, con la sonrisa protocolaria aún en el rostro, replica el ingeniero:
- Kenia, ¿tú si crees que la gente aquí se come el cuento de la equidad, los proyectos educativos, las libertades y tanto rollo que habla este man todo el tiempo? –Menciona en tono burlesco.
- Él tiene sus metas a nivel personal, espero que pueda ganar y materializar lo que se ha propuesto. –Una respuesta diplomática para no entrar en conflicto con su marido y al mismo tiempo mantener encendida la ilusión de que las cosas realmente pudieran mejorar.
- ¡Qué va! Eso acá no funciona así. Hoy en día la gente no se vincula a un proyecto político porque hayan buenas propuestas para reducir la pobreza o educar en valores, sino viendo qué puede sacar pa’ su propio bien o el de su familia. Si me preguntas, yo lo veo muy lejos de ganar la Gobernación, si no empieza a moverse dándole a la gente mercados o pagándole el bus y el almuerzo para que vayan a votar ese día. –Kenia suspira entre resignada y molesta, pero asiente a regañadientes.
Debo confesar que hablo mucho pero no me gusta irrumpir en conversaciones en las que no tengo la altura para aportar argumentos firmes. Pese a mi escaso conocimiento en la materia, realmente quería gritarle cualquier cosa que tumbara aquella idea según la cual somos un manojo de burros que caminan tras una zanahoria atada a una varita. Aunque la realidad pudiera ser así de algún modo, pensar de esta manera no mejoraba las cosas. Es un pesimismo tan cómodo como inútil. Recordé entonces la elocuencia del discurso de Armando y mis ganas de responder se vaciaron por completo. Si la esperanza tuviera una expresión corporal, sería mi cara en ese justo momento. Aquella tarde comprendí el verdadero sentido de un par de orejas y una sola boca.
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Nota: Este capítulo contrapone dos de las posturas más rebatidas en el ámbito de la política pública en algunos países de América Latina: Los que creen que todo está perdido y los que crean para construir un país mejor. El término 'pesimismo cómodo' es una composición sintáctica extraída de las alocuciones del humorista, activista, locutor y mediador de paz colombiano Jaime Garzón.
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DEL APEGO Y MIL ABSURDOS
Short StoryCuando el narcótico del apego seduce a Isabel, se abre el abismo para su primera generación. Mientras el destino de Fabio es lapidado por la impunidad, Kenia, su hermana, intenta salir con vida del destino que ha elegido. Sin embargo, los principios...