Dicen que el tiempo se nos pasa en un suspiro o quizás, en un parpadeo. Tres meses después y con demasiadas cosas enredadas en su mente, Seokjin observa a través de una ventana de cristal. Afuera, el cielo se encuentra sin estrellas y una fuerte ráfaga de viento se hace notar. El jardín de la casa de su padre luce gris y el paso del otoño que finalizó se nota de una forma inigualable en un árbol sin hojas. Recuerda sentarse abajo del mismo, cuando aún era un niño y no le temía a los copos de nieve y los inminentes resfríos.
—¿Te quedaras aquí el resto de la noche? —pregunta Kim Minghyu.
Seokjin observa a su padre con una media sonrisa, puede escuchar a lo lejos el tintineo de un par de copas y risas que no llaman su atención. Su madre y su familia parecen disfrutar de la velada, mientras él siente que se asfixia con cada minuto que pasa.
—Volveré en unos minutos.
Su padre suspira y asiente, quizás murmurado un par de improperios en el camino. El cabello negro de Seokjin se refleja ligeramente contra la ventana y el suéter gris que le regalo el padre de Yoongi en navidad, se siente como el lugar más cálido dentro de aquella monumental casa. En un pequeño intento de escape, estira las mangas y juega con sus manos cubiertas. No es que no le guste estar en casa con su padre, sin embargo, cuando su madre se suma a la ecuación... nada bueno puede salir.
Un par de pisadas resuenan en contra del mármol blanco, las pequeñas coletas castañas de Yoo Suni aparecen en su campo de visión.
—Seok —la niña habla con firmeza—, mamá dice que vuelvas a la mesa.
—No me llames Seok.
Hay una cuestión enorme que enreda los pensamientos de Seokjin. Su madre, la misma que cedió su custodia completa a su padre cuando él solo tenía seis años, está ahí, presumiendo a su familia perfecta. La misma mujer que solo llama en sus cumpleaños y reclama constantemente la falta de atención de su hijo.
Suni no se mueve de su lugar, tal como si se tratase de un perro guardián. Los ojos grandes y brillantes de la niña, son parecidos a los suyos, como si ambos se presentaran siendo una copia exacta de los de su madre. Seokjin no la ve como una hermana, aunque le gustaría.
—Si te digo que volveré... ¿me dejarías solo unos minutos más? —La niña niega, con una mirada sería y graciosa embargando sus facciones—. ¿Y si te doy un poco de helado?
—Mi papá estaría molesto.
—Yoo Seung es un idiota. —Y lo que dice con la intención de no ser escuchado, parece más una exclamación que un murmullo. Suni abre de forma exagerada los ojos y Seokjin se prepara para la inminente guerra si sus palabras resuenan más allá de esas cuatro paredes.
—¿Por qué eres así, Seok?
—Ya te dije que... —La niña interrumpe sus palabras.
—Mi papá dice que odias a todos y eres un maleducado. —La pequeña parpadea con inocencia y Seokjin no puede evitar sentir cierto malestar ante sus palabras—. ¿Eso es verdad?
—No, no lo es. Pero puede creer lo que quiera.
Suni no se inmuta y se mantiene estoica en su lugar. Seokjin no quiere volver a la mesa, no quiere respirar en el mismo lugar que aquellas personas ni tener que verse forzado a mantener una conversación.
Unas pisadas nuevas se escuchan y por la rapidez de los pasos puede deducir de quien se trata. El cabello acaramelado y la voz armoniosa de su madre se abren paso por la cocina.
—Tardaron mucho, ¿pasó algo?
—Seok me estaba invitando un poco de helado. —La niña se adelanta a responder y Seokjin quiere corregirla nuevamente, pero se detiene cuando se da cuenta que ella no menciona nada de lo sucedido.
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Tastes just like home. (ksj+myg)
Fanfiction( ksj ; myg) Hay algo bastante curioso sobre el amor, y es que, nada es lo mismo después de él. Una vez que llega, el tiempo se pausa, el mundo parece detenerse por un momento, para luego continuar con su rumbo. Yoongi lo sabe, el amor y la relativ...