capítulo 1

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bienvenidos a mi nueva fic¡!
bueeno la historia es sobre Sergio
y Raquel de La Casa de Papel
pero no tiene nada que ver con la
trama original de la serie.
Sin embargo, la esencia de estos personajes seguirá tal cual y
será la que todos conocemos.
Espero que disfruten de la
historia y dejen sus comentarios porque realmente ayudan
a seguir adelante! 💞

...

La habitación estaba oscura, apenas una pequeña porción de esa tenue luz que daba la luna entraba por las rajitas de las persianas, aunque no iluminaban en lo más mínimo desde el fondo del cuarto.

El cuerpo de su madre en la camilla apenas se veía, pero la visión humana de la joven le permitía ver las marcas en su cuerpo. Se preguntaba entonces por qué había pasado esto, qué es lo que su madre le ocultaba hace tantos años y por qué no pidió ayuda cuando todo comenzó.

Dejó algunas lágrimas caer sobre la mano de la mayor allí, aún bajo el efecto de la anestesia, con la cabeza reposando el la almohada y los cabellos rubios perfectamente recogidos en un moño suave. La miró una vez más, con los rasguños en el rostro; las marcadas manos rojas en su cuello; las quemaduras en sus clavículas; y todos aquellos golpes en su abdomen que acompañaban algunas costillas rotas, sólo que ahora estaban rodeados de un vendaje blanco que impedía verlos.
Miró su pie derecho, rígido bajo el yeso blanco por la fractura; y apretó los labios, cómo mierda ha pasado esto. 

Estrecho la mano de su madre con la suya, reprimiendo para sus adentros las lágrimas que insistían en seguir cayendo. Miró las intravenosas en sus brazos, las máquinas que permitían controlar sus signos vitales, toda la habitación a su alrededor.

El cuarto estaba pintado completamente de blanco, sin una sola mancha en la clara pintura. El suelo del mismo color hacía que se viese un poco más grande de lo que realmente era, aunque ese efecto se notase más en la claridad del día que de la noche.
Había, a cada lado de la camilla, una mesa de noche; en la derecha reposaba una jarra con agua y una pequeña pila de vasos descartables limpios y listos para ser usados; mientras que la izquierda estaría vacía, eso si no fuese por el pequeño bolso que Paula llevaba consigo. Además, frente a dicha mesilla, había una silla de madera bastante incomoda; las astillas de la misma se clavaban en sus piernas aún cubiertas por la ropa, causándole un leve dolor cada vez que se movía.
Justo frente a la cama había una fina cómoda blanca, que apenas ocupaba lugar en el espacio, donde próximamente la rubia tendría sus pocas ropas guardadas. Justo al lado del mueble había una puerta sencilla con dirección al baño de la habitación.

La joven sollozó y rápidamente volvió la vista hacia sus piernas, cubiertas por el jean negro, y luego hacia las manos de su madre. Llevó uno de sus brazos al pelo de la mayor, acariciando los mechones rubios, y sonrió.
Dejó, finalmente, un beso tierno en su frente, demorándose quizá más de lo deseado con los labios pegados a su piel, dejando caer las lágrimas sobre ella. Se levantó entonces, cogiendo el abrigo negro del respaldar de la silla y poniéndolo sobre su propio cuerpo para salir de allí y volver luego de algunas horas de sueño.

Tomó su pequeño bolso de mano y salió de la habitación, caminando por los pasillos azules mientras secaba las lágrimas que caían por su rostro.
Llegó a la recepción del lugar, vió un hombre allí parado hablando con una enfermera, pero poco le importó su presencia. Pidió hablar con una de las encargadas de los cuartos en ese piso y pronto llegó la enfermera que de aquella ala se encargaba.

- Soy la hija de Raquel Murillo, un placer... —dijo, extendiendo la mano para estrechar la de la mujer. Era una joven, un poco más alta que ella, morena y con unos ojos verdes hermosos. Según el cartón que colgaba de su uniforme, se llamaba Isabel Navarro. —ella aún no despierta pero yo acabo de llegar de un vuelo muy largo y necesito dormir un poco... me gustaría que ella estuviese vigilada hasta que vuelva, y si despierta no le digáis que vine.. no sé cómo reaccionará.

La enfermera asintió con la cabeza, se regalaron una sonrisa la una a la otra y finalmente tomaron un rumbo distinto.
Paula se sentía cansada, el cuerpo le pesaba luego de tantísimas horas despierta y quería salir de aquel ambiente; tomar un taxi que la dejase en el primer hotel que se le cruzara y echarse a dormir.

Sin embargo, una voz grave en su espalda le hizo detenerse. Dio media vuelta sobre sí misma, teniendo que levantar la mirada para cruzarse con un hombre.

- Disculpe.. —se pronunció, luego de recorrer la mirada por el rostro de la joven. —no quiero sonar entrometido pero.. he oído su conversación con la enfermera y.. ¿es usted, entonces, la hija de Raquel Murillo?

Paula le miró de arriba a abajo. El tipo era alto, vestía con un traje de pantalón y camisa en los tonos cafés, con un saco negro encima para protegerse del frío; su barba tenía apariencia de no haberse arreglado por unos días y unas gafas de pasta que hacía su rostro un poco más estético de lo normal colgaban de su nariz.

- Pues.. suena bastante entrometido, discúlpeme. —dijo ella, dando dos pasos hacia atrás para alejarse de él. El hombre era mayor que ella, tendría quizá la edad de su madre o poco menos. —si es un periodista y quiere hacerme preguntas sobre el estado de mi madre por su trabajo lamento que deberá esper..

- No. —interrumpió él, rápido. —soy un viejo amigo de su madre.. hace añares que no nos vemos y cuando vi en la televisión que ella estaba aquí...

- Vale.. entiendo. Bien.. —dudó por un segundo si creerle, el hombre parecía buena persona, aunque su primer acercamiento le resultó un tanto extraño. —mire.. ella está bajo anestesia aún, tuvo una cirugía hace pocas horas por una hemorragia y todavía no despierta. —miró su reloj, eran las seis de la mañana, y ella aún no había ido a dormir. —yo acabo de llegar de otro país.. volveré más tarde. Si quiere verla esté por aquí como a las diez u once de la mañana, pediré que le dejen pasar...

- Muchas gracias... —él, luego de unos minutos de conversación, acabó sonriéndole. Sacudió entonces la cabeza, sacando cualquier pensamiento extraño de sí, y extendió la mano hacia la joven. —no me he presentado como corresponde, mi nombre es Sergio Marquina. Raquel y yo nos conocemos desde niños aunque hace mucho tiempo no hablamos y.. como vive en Madrid se complica un poco.. me he sorprendido cuando oí que estaba aquí, en San Sebastián..

- Paula Murillo.. y quizá no me crea pero yo también... cuando me llamaron me dijeron que ella pidió el traslado, pero no tengo idea del por qué..

Él la miró como triste, pero se limitó a regalarle una pequeña sonrisa. Dio de hombros, y terminó de hablar.

- En fin.. que no le molesto más. Vendré en la mañana, entonces..

- Claro.. fue un placer conocerle, Sergio..

- Para mi igual..

Entonces ella salió del hospital, dirigiéndose bajo el nublado cielo a la parada de automóviles, esperando por uno para finalmente llegar a una cama y dormir un poco, que era en ese momento lo que tanto necesitaba.

...

espero que les haya gustado <3

[ los errores ortográficos se revisarán una vez terminada la historia :) ]

| 𝘃𝗲𝗻, 𝘀𝗮́𝗹𝘃𝗮𝗺𝗲 | AU serquel | La casa de Papel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora