Cuando llegó la mañana, las personas en la ciudad estaban vueltas locas y todas querían el mejor lugar para ver salir al príncipe por primera vez después de tanto tiempo. Así que como lo había vaticinado Chuuya, robar comida estaba siendo de lo más fácil.
Aún no había llegado el mediodía y el sitio donde vivían, que era tan pequeño que apenas y cabían las alfombras donde dormían, ya estaba lleno de comida.
—Esto es maravilloso. Ojalá ese tipo saliera a ver a su pueblo muchas veces al año, así habría comida para todos.
—Chuuya, tal vez deberíamos de parar, porque con tanta comida, esta vez la gente se dará cuenta y lo reportará a los guardias —pidió Atsushi, sudando ante el calor del día y las veces que habían ido y venido con comida al escondite.
—Todos quieren solo ver a ese sujeto. Nadie percatará la comida robada hasta la noche —respondió Chuuya, acomodando su cabello largo en la espalda—. Andando.
Y tras Chuuya, Atsushi salió nuevamente a la ciudad.
Ambos eran muy hábiles robando, de hecho, era Chuuya quien le había enseñado a Atsushi todo lo que sabía sobre lo que llamaba «el arte de robar». Y aunque Atsushi sabía que no era correcto hacerlo, entendía que de otro modo no solo ellos, sino muchas familias a las que ellos les regalaban los alimentos, morirían de hambre.
Atsushi admiraba mucho a Chuuya, y también por eso nunca podía llevarle la contraria. Gracias a él, no había muerto a golpes la primera vez que lo agarraron varios comerciantes robando una manzana para comer. El joven pelirrojo no solo golpeó a los hombres y lo puso a salvo, sino que lo cuidó y luego, un poco a regañadientes, le permitió acompañarlo en su día a día.
Por eso, cuando Chuuya le propuso a Atsushi que fueran a Agrabah y dejaran la pequeña ciudad donde se habían conocido, él no dudo un segundo en seguirlo. Confiaba en él plenamente, pero también confiaba en que algún día podrían hacer algo más que robar para vivir, aunque con la situación que prevalecía en Agrabah, donde cada vez el reino cobraba más impuestos, y la gente era más pobre, no sabía cómo lo iba a hacer.
En tanto, en palacio, las ayudantes reales terminaban de preparar a Dazai para la ceremonia donde se presentaría a su reino.
—Príncipe Dazai, ya todo se encuentra listo, la princesa Kyouka hizo un gran trabajo en los preparativos —Akutagawa venía entrando a la enorme habitación, listo para la ceremonia.
—Lo sé. Será una gran reina algún día, aunque no creo que haya hombre que la merezca, así que no la dejaré casarse con nadie, ja, ja.
—No puedes hacerle eso —Akutagawa torció la boca, y se asomó por el espacio en la pared para ver como la gente ya se estaba congregando afuera, para ver al nuevo sultán—. Aunque si podrías irte pensando las cosas.
—¿Qué? El que tú vas a ser mi gran visir ya está decidido.
—No me refería a eso. Aunque sobre eso, sabes que no estoy preparado para ello.
—Akutagawa, nadie está más preparado en este reino para eso que tú —dijo Dazai, mientras se acomodaba el turbante en su cabeza—. Además, no confío en Fyodor. Sé que mi padre le tenía mucha confianza, pero yo no lo quiero aquí. Hace un rato, las doncellas me decían que la gente está pasando hambre y eso no ocurría antes.
—¿Insinúas nuevamente que algo anda mal?
—Lo veremos más tarde. Ahora, vayamos al balcón principal, sino Kyouka se enojará.
—De acuerdo, aunque, tenemos un tema pendiente.
—¿Cuál?
—Ahora que serás sultán, deberás encontrar una reina.
—¡¿Qué?! —exclamó Dazai, cuando un grito al fondo hizo brincar a ambos chicos del susto.
—¡DENSE PRISA YA!
—¡Kyouka!
Dazai llegó a la puerta del balcón principal, donde se encontró a Fyodor.
—Ese turbante era de su padre, ¿o me equivoco?
—Así es, era de él.
—Si su majestad me lo permite, cuando terminé la ceremonia, quisiera hablar con usted de algunos temas del reino.
—Tendrá que ser mañana Fyodor.
—Pero...
—Ahora, vamos con nuestra gente —dijo Dazai, dejando a Fyodor bastante molesto con la situación.
Así Dazai, Akutagawa, Kyouka y el propio Fyodor salieron al balcón principal.
En cuanto la gente miró a Dazai, los aplausos se desbordaron. Él agradeció a todos, y, elevando su voz, se dirigió a su pueblo.
—Pueblo de Agrabah, me presento ante ustedes después de estos años. Quiero decirles que muy pronto tomaré el lugar que mi padre ocupó por muchos años. Sé que ustedes lo amaban, y por eso es que día a día haré lo imposible porque sigamos siendo un reino próspero.
Algunas personas comenzaron a abuchear, lo cual desconcertó a Akutagawa y a Kyouka, pero Dazai, alzando sus brazos, siguió su discurso.
—Me ganaré el derecho de poder gobernarlos, y sino es así, dejaré de ser el sultán. Es una promesa.
Las personas, atónitas, se quedaron en silencio, hasta que algunas comenzaron a aplaudir, y luego todas, para terminar con un ruido estruendoso de quienes estaban ahí, celebrando a su príncipe y sus palabras.
Dazai siguió saludando a todos, y cuando se dio media vuelta, vio como Fyodor entraba al palacio.
—Akutagawa, ¿aún piensas que son insinuaciones mías?
—Prepararé los caballos —se limitó a responder el visir, y salió también del lugar.
—Hermano, ¿a dónde vas?
—Hay algunas cosas que quiero ver en la ciudad. ¿Crees poder distraer la atención en palacio hasta que regrese? No quiero que nadie sepa de mi ausencia, y mucho menos Fyodor.
—¡Por supuesto! Déjamelo a mí —respondió la chica, sonriente.
—Gracias Kyouka. Estoy seguro que esta salida va a cambiar mi perspectiva de muchas cosas.
Y así, usando una ropa vieja y sucia, los dos jóvenes salieron del palacio a escondidas, sin imaginar el nuevo sultán que no estaba en un error al sentir que esa salida a la ciudad le haría cambiar su perspectiva de muchas cosas... muchas.
Continuará...
Nota de la autora: ando a full de trabajo y pum, que solo pude publicar este capítulo porque ya estaba escrito pero ya ando atrasada con otros fics. Sorry en serio.
Gracias por leer ♥
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Atsushi y la lámpara maravillosa... Bungou Stray Dogs
FanficAU basado en «Aladdín» Shinsoukoku ~ Soukoku donde la lámpara maravillosa es lo de menos... Se publica cada miércoles.