Capítulo 64: Es una promesa.

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Los Dragneel tragaron saliva y avanzaron con lentitud, cruzaron el enorme hueco en la montaña y entraron a la ciudad. Ambos quedaron deslumbrados por lo que vieron dentro, calles empinadas, construcciones una sobre otra, y muchas, muchas personas circulando en las calles.

—No se alejen de mi, si alguno se pierde será un gran problema —ordenó Shen.

El dragón se cubrió la cabeza con una capucha oscura y luego se colocó delante de los Dragneel para guiar el camino. El lugar no era nada como lo habían imaginado, desde fuera lucía como el nido de alguna bestia peligrosa, pero desde dentro una cosa totalmente diferente. Sólo una ciudad normal, sin contar a los dragones volando claro.

—¿Qué es lo que vamos a comprar? —preguntó la pelirosa observando en todas direcciones.

—Un par de hierbas que podrían ser útiles, cuerdas y un mapa —respondió el dragón.

—¿No recuerdas como volver casa? —se burló Elizabeth con una sonrisa.

—Es más fácil si vas volando... —dijo Shen riéndose.

Dieron la vuelta a la derecha y encontraron lo que buscaban, la calle principal que llevaba al otro puente también era un gran mercado con diferentes productos provenientes de todas las regiones de Xing. Shen tomó una flor de un puesto cercano y la colocó en el cabello de Elizabeth, ella se sonrojó y luego le sonrió. Tanto Shen como Elizabeth estaban disfrutando el momento, era casi como un día normal para una pareja cualquiera, salvó por una cosa.

—¡Tengo hambre! —se quejó el pelirosa, al tiempo que su estómago gruñía.

Elizabeth giró la cabeza y observó fijamente a su padre, le hizo señas de enojo, pero el mago no entendió absolutamente nada.

—Muy bien —dijo Shen —. ¡Que buena suerte! Esperen aquí.

Elizabeth se detuvo a mitad del camino mientras Shen se adelantó a comprar algo en un puesto cercano. Natsu desvió la mirada y se distrajo con un juego de azar. La pelirosa se quedó inmóvil para no perder de vista a ninguno de los dos.

—¡Muévete! ¿No ves que estorbas? —dijo una voz muy descortés.

—L-lo siento —dijo Elizabeth al quitarse de mitad del camino.

Frente a la pelirosa pasó el príncipe Yao, con la cabeza cubierta por una capucha para mantener el perfil bajo, la mirada al suelo y justo detrás de él Tsao-Lan, caminando despreocupadamente con los brazos en la nuca y los ojos en el techo. Elizabeth no era consciente de su encuentro, dejó pasar a los dos y mantuvo su atención en su padre, así que Tsao-Lan y Yao se alejaron lentamente hasta perderse entre la multitud. Natsu regresó con una pinza de cangrejo en la nariz y un pequeño hilo de sangre en ella.

Cuando Shen volvió, sus enemigos ya estaban lo suficiente lejos para no ser notados, se burló del cangrejo y luego estiró los brazos con un par de brochetas en las manos. Natsu y Elizabeth los observaron con duda en el rostro, la brocheta tenía aspecto extraño e ingredientes que jamás habían visto antes.

—¿Es comestible? —preguntó Elizabeth.

—Claro que si, sólo pruébalo —respondió el dragón.

—¿Eso de ahí es una pata de insecto? —comentó Natsu poco convencido.

—No importa, sólo hazlo mientras está caliente.

El pelirosa dio un pequeño morisco sobre un trozo de carne, se quedó en silencio y luego puso un rostro extasiado, tomó la brocheta rápidamente y comenzó a devorarla con rapidez.

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