Capítulo 66: ¡Te lo advertí!

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Dos grandes enemigo frente a él, Salamander y Tsao-Lan peleando en quién sabe dónde, Elizabeth herida, Jellal inconsciente y totalmente acorralado, Shen finalmente vio su suerte terminada. Sólo de pensar en lo que le podrían hacer a la pelirosa un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

—Creo que no queda de otra —exhaló Shen.

Escamas comenzaron a salir por todo su cuerpo y transformó en su forma híbrida. Soltó la espada y adoptó postura de combate cercano.

—¡Oye, oye, oye! —dijo Bai-Tsao sorprendida —. ¿No vas a huir? Cualquier persona en su juicio lo haría Shen.

—¿Con estos dos? Imposible. Sólo te haré una pregunta Bai-Tsao —dijo Shen muy confiado.

—Adelante —respondió la mujer mientras se descubría para adoptar su forma híbrida también.

—¿A quién le eres leal mujer? ¿A Da-Xiang o a Xing?

—¿Cuál es el punto de esa pregunta? —replicó Yao.

—¡Sólo responde Bai-Tsao! —dijo Shen irritado.

—Jamás lo había pensado en realidad. Da-Xiang es inteligente, pero algo siniestro. Decir que mi lealtad está con Xing es algo ambiguo, si tuviera que decidir, diría que a la familia real. Por lo tanto soy leal a Yao y Mei.

—Buenas respuesta —respondió Shen.

—¿Eso importa? —preguntó la mujer muy bromista y con la lengua fuera.

—Importa mucho, eso me dice si debo matarte o no Bai-Tsao. Yao y Mei van a necesitar hombres fuertes y leales a su lado cuando esto termine — El cabello de Shen se erizó y su musculatura comenzó a aumentar—. ¿Te lo dije antes no? No soy su enemigo, no voy a destruir Xing o a derrocar a la familia real. Mi único propósito es detener a Da-Xiang.

—¿A mi padre? —preguntó el príncipe confundido.

—No sé que fue lo que les contó, no sé que es lo que saben de mi. Pero, mi único objetivo es cumplir la promesa que le hice a su madre hace años.

—¡Mentiras y más mentiras! —bramó el príncipe.

—Creerme o no es tu decisión. Sólo te pido una cosa Yao. Si tengo éxito al final, no necesito que me perdones, cuando seas el rey perdona a mis compañeros. Ellos son ajenos a nuestros problemas.

—¿Qué dices Shen? Eso es... —replicó rápidamente la pelirosa.

—¡Silencio! —gritó Shen —. Así debe ser Elizabeth.

—¿Qué ocurrió contigo ahí afuera? —preguntó Yao desconcertado, pues el Shen-Lee frente a él era una persona totalmente diferente al que conocía —. El fantasma que yo recuerdo jamás habría pedido misericordia por alguien más.

—Poco queda de ese hombre Yao, el dragón fantasmal murió con el viejo rey.

Bai-Tsao se mantuvo en silencio, fuera de la discusión de ambos. Al final su opinión no importaba y Yao era quién tenía la última palabra sobre el asunto.

—Ya veo... lo tomaré en cuenta. Si sobrevives al día de hoy —dijo levantado sus armas.

—¡Qué así sea entonces! —respondió Shen listo para el combate.

Dos protuberancias comenzaron a salir de los hombros de Shen, creciendo lenta pero constantemente. La magia de oscuridad tan maleable permitió a Shen formar dos enormes brazos totalmente de magia. Levantó la espada que dejó antes, ya convertida en una empuñadura ajustada al tamaño perfecto para eso brazos.

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