Capítulo 35

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//Pov Elian

Mi ira es como un vaso lleno de agua a punto de desbordar. Cada segundo que paso sin ella, cada segundo que otro ser infernal es liberado. Aún no han llegado a la tierra y eso me desespera, salgo de mi oficina y me dirijo hacia las puertas del castillo.

—¡Lucifer! —escucho la voz de Eider y me volteo.

—Ahora no.

Chasqueo los dedos y abro la puerta dejando ver las calles de Rusia, el aire recorre mi rostro y frunzo el ceño fastidiado.

—Voy contigo —Eider se acerca a mí con intención de venir conmigo.

—No. No quiero otra loca acompañándome, suficiente tengo con Leiva —le digo secamente. Su ceño se frunce y sé que se ha enojado, pero no me importa ni un poco.

—No tienes opción, iré así no te guste.

Traspaso la puerta e intento cerrarla, sin embargo Eider me alcanza y traspasa conmigo deteniendo la puerta para luego cerrarla detrás de ella. Gruño y dejo que haga lo que quiera, no puedo perder el tiempo con sus estupideces de "mejor amiga" intentando ayudarme.

Comienzo a caminar, todo el mundo me nota ya que soy difícil de pasar desapercibido. Bajo las escaleras del subterráneo con Eider persiguiéndome. En mi mente se ha quedado grabado su rostro y jamás descansaré hasta encontrarla.

Sigo bajando hasta llegar a hasta la estación del tren, que justo este se detiene frente a todos. Espero que el tren se marche y bajo a las vías, los que se han quedado esperando el siguiente tren me miran y se asustan ya que deben de decir que estoy loco.

Siento a Eider bajar a las vías conmigo y comienzo a caminar por el túnel, tengo que encontrar aquella puerta que me lleva hasta mis pequeños amiguitos. La tierra tiene que empezar a sufrir desde ya. Mis bestias hambrientas se demoran mucho.

Eider camina conmigo por varios kilómetros cuando de repente escucho como el sonido del tren acercarse invade mis oídos. Tengo que usar este atajo para llegar hasta donde ellos, ya que si voy por el camino normal, me cruzaré con estos molestos humanos y los que protegen la muralla de Alejandro.

Detengo mi paso en seco y volteo a ver la pared. Mis labios se curvan en una ligera sonrisa casi inexistente, miro a Eider y veo como ella sí sonríe con malicia. Acerco mi mano a la pared y los ladrillos comienzan a dividirse abriendo el túnel que me llevará hasta las Puertas Caspias.

Eider entra primero que yo emocionada, coloco mis ojos en blanco y comienzo a caminar detrás de ella. El tren avanza con velocidad detrás de mí mientras me adentro en el túnel. Los ladrillos comienzan a unirse detrás de mí y comienzo a avanzar. Este túnel es estrecho y me molesta ya que no puedo desplegar mis alas e ir más rápido.

Las paredes están iluminadas con antorchas haciendo nuestra visibilidad más fácil. Tardamos alrededor de cuatro horas ya hemos caminado alrededor de treinta y cinco kilómetros, la salida está cerca y Eider no ha hablado en todo el camino cosa que me importa muy poco.

—Luci, cariño —Eider me mira y conecto mi mirada con ella.

—¿Qué quieres ahora?

—¿Samara sigue siendo inmortal después de la pérdida de sus alas? —cuestiona— Ha pasado un buen tiempo desde que salió del paraíso.

Su pregunta me deja helado y mi mente comienza a recordar cosas. Aquel insignificante humano con una navaja oxidada de metal, queriendo cortar el cuello de Samara en aquel sucio callejón de mierda. Aquella gota de sangre saliendo por la cortadura que le ocasionó.

La esposa de Satanás *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora