Las palabras se esconden en el rincón más lúgubre de mis temores, allí donde las heridas no han dejado de martirizar.
Allí, en donde la luz no ha tocado nunca un alma, en donde la tempestad, arrasa con los pedazos de mi paz, sin piedad.
Donde tu nombre ya no resuena y se ha desvaneció en el abismal olvido, aca donde el poeta maldito postra sus lamentos.
Acá, donde las manos de un poeta, brotan sangre, poesía, pasión, todo por tener quebrantado su corazón.
Anhelo tus generosos brazos que me brinden su amoroso calor en este frío valle de almas condenadas, oh mi hermosa belda.
Anhelo tu bella voz, que me llena de vida y sopor, que me dan el último aliento, para continuar mi ardua batalla, en mi interior.
La dulce armonía de tu voz, desvaneciendo este sepulcral vacio.
Cuantas veces deseo despertar a tu lado, pero me siento temeroso de las cicatrices del ayer, temeroso del día de hoy.
Temeroso del que vendrá, puesto que no sabría si puedo soportar una herida mas.
Una herida clavada en mi corazón, que deje a un lado mi razón y me haga vagar eternamente.
¿Mañana estará todo mejor?, Sé que sí, Al menos puedo contar con su melodía, Con su voz y su oído para atenderme, a decir verdad, no deseo perder sus afectos o su amistad, pues de todo lo que uno puede poseer, la amistad es invaluable.
No deseo, ni siquiera, su rostro dejar de mirar, tengo su mirada, tengo su voz, tengo un poco de su amor, que aunque en una amistad, no puedo dejar de pensar, lo bueno, que es tenerla, que es mirar mas allá de su bondad.
Y es que lo sabes, me fascina la melodía, así como tu compañía.
Como también sabes, que gracias a ti, proviene mi más intima poesía.
ESTÁS LEYENDO
Aullidos
PoesíaAullidos a la noche, extractos de un corazón herido y maltrecho, que a veces busca algo de amor o sencillamente, donde morir.