Capítulo 6

1.2K 235 84
                                    

Era real, todo se había mezclado.

Como había dicho su madre, Los Seguidores se estaban volviendo todavía más exigentes con la fecha de La gran reunión acercándose. Se podían encontrar adoradores en todos lados, llevando a las personas a sus casas de adoración o amenazándolas con castigos inhumanos por entregarse a “las bestias”. Todo era un caos en la pequeña ciudad, antes de poder evitarlo había un toque de queda, nadie quería estar afuera por las noches, los adoradores lo consideraban un insulto. Y a los que no les importaba, se encontraban con “seguidores” de los adoradores, quienes no temían hacer sus amenazas físicas.

Dawson no entendía como todo se había complicado tanto, no podía comprender como es que habían dejado que eso sucediera, debían haberlo detenido, él sabía el alcance del miedo y la manipulación, lo había visto en la guerra.

Y lo había vuelto a alcanzar.

Eran malos días para el bar, que ahora, como la mayoría de los negocios, cerraba cuando el sol se ocultaba. No más tarde. Desde que habían saqueado y destruido el primer negocio nocturno del centro por no “seguir las reglas” todos habían decidido prevenir. Ya no podían confiar en nadie, ni siquiera en la policía, todos ellos estaban con Los Seguidores y hacían oídos sordos cuando habían noticias de agresiones o saqueos en las noches.

Dawson había estado ocupado, viéndolo todo, escribiendo reportes para enviar a la tierra de los mágicos, ellos no le daban respuesta, no tenían. Le decían que tenía que seguir esperando, que tenía que esperar hasta la reunión. En Drawgie aún no sabían quién estaba atizando el movimiento.

Dawson estaba cansado de esperar, cada día era simplemente peor y la impotencia lo estaba consumiendo.  Se sentía lejos de todo y todos, su familia estaba tan preocupada siempre que las cenas eran silenciosas, su hermano ya no bromeaba como antes y Sheyla…no la había vuelto a ver sonreír.

Ese día quería dejar de ser un cobarde y actuar, por lo menos con lo que se había propuesto ya hacía semanas.

Estaba en el bar casi vacío y fue hacia la barra donde ella estaba limpiando algo que ya estaba limpio. Cuando sus ojos se encontraron ella le guiñó un ojo y le pasó un vaso con su respectiva bebida.

—Tú eres el único que me ha sido fiel, cielo —murmuró con desgana.

Su corazón se retorció como si fuera un pichón hambriento de sus palabras. Sabía que ella lo decía porque él seguía siendo el único que no había dejado de ir al bar, pero era un tonto creando otras fantasías en su cabeza.

Bebió del vaso para llenarse de valor, estaba nervioso y sus manos sudaban. Estaba actuando como un bebé, de hecho, pero no podía evitarlo, nunca se había dirigido a una chica como estaba a punto de hacerlo. Y aunque había tenido intimidad con algunas, ninguna de ellas era Sheyla.

Por suerte, ella se recostó en la barra del lado donde él estaba, suspiraba con fuerza.

—Estoy tan aburrida sin el alboroto aquí —estaba cerca, lo suficientemente cerca como para ver un pequeño lunar perdido entre sus pestañas—. Gracias por seguir dándome algo de trabajo —ella intentó sonreírle, pero el sentimiento no llegó a sus ojos.

Dawson tuvo que apartar la mirada cuando le extendió su teléfono con un mensaje escrito en el.

Me darías tu número, por favor?

Se había debatido durante días enteros si debía agregar el “por favor”, pensaba que usándolo era muy formal, pero Dawson siempre había sido muy educado aunque no hablara. Y si no lo colocaba podría ser casual, pero también lo consideraba un atrevimiento.

—¡Por supuesto que sí, cielo! —la escuchó exclamar y mover sus dedos por la pantalla—. Qué bueno que te atreviste —bajó la voz y él la miró—, si lo hacía yo iba a ser muy inapropiado.

En las alas del OliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora