Song Request. ;; ＢＴＳ

MY OH MY. ;; Ｐ．Ｊ

—¿Que haces aquí? Ya te dije que no iré, estoy castigada.

Bae ignoró todo lo que dije y entró pasándome: —¿Quién dijo que vengo por ti? —preguntó dejando su bolso en el sofá, dió una pequeña vuelta sobre si misma mirando a su alrededor y después regresó a mí. —¿Y tú madre?

En silencio señalé la cocina, Bae sonrió y caminó hacia allá.

—Bae, no creo que ella quiera...

—¡Señora Kim! —exclamó aquella imprudente rubia con felicidad. —Hoy se ve muy linda, ¿Se ha retocado el cabello?

Mi madre pasó sus manos sutilmente por su cabello y alagada sonrió: —Lo hice ayer. —confirmó y Bae sonrió aún más. Se acercó más a mi madre y se sentó a su lado para conversar más a gusto, supongo. —Te ves preciosa, al igual que siempre. —le dijo mi madre.

Bae formó un puchero con sus labios: —Creo que no sirve de nada verme así si Sonyeo no saldrá esta noche. —recargó su barbilla sobre sus manos.
Fué ahí cuando comprendí su plan.

Mi madre cruzó sus brazos y negó con la cabeza: —Está castigada. —dijo seria.

—¿Por qué escuchas a esas mujeres si siempre dices que las odias? —interrumpí desde la entrada de la cocina. Bae me lanzó una mirada que me obligó a seguir en silencio. —Chismosas. —murmuré molesta.

—Vamos, señora Kim. —habló de nuevo Bae captando la atención de mi madre. —Usted más que nadie sabe que las vecinas llegan a inventar tantas cosas con tal de desquitar su envidia. Sonyeo sigue siendo la niña buena que conocemos.

—Estuvo con él, de nuevo. —después de que mi madre hablara, Bae me miró con un poco de decepción y reclamo. —Sé que ya es una mujer adulta y que puede decidir sobre muchas cosas, pero él no le conviene; solo le trae problemas y mala reputación en el vecindario.
Ni siquiera sé porque vienes a dialogar por ella, si bien sabes tú todo lo que él provoca.

Bae bajó la mirada y asintió: —Entiendo, señora Kim. —musitó. —Sonyeo está mejor aquí.

—Bae...

—Me tengo que ir. —interrumpió mis palabras y sonriendo como si nada, caminó a la salida.

—Bae, espera. —volví a hablar esperando a que me escuchara. —¡Espera! —repetí pero ella ya había salido. Abrí la puerta de nuevo y esperando a que se detuvieran esta vez, la tomé de la muñeca, ella suspiró y después giró sobre sus talones para mirarme. —Lo siento. —dije primero. —Sé que prometí que ya no lo vería, pero...

—¿Pero que, Son? Estoy segura de que ni siquiera tienes una excusa real. —me quedé callada. —Lo sabía. —rió en mi cara.

Sus pies tomaron el camino de nuevo, pero mi terca yo no podía dejar que ella se fuera sin que tratara de excusarme una vez más: —Bae...

—¡Bae, Bae, Bae! —repitió resonando sus tacones en la acera. —Deja de gastar mi nombre, no hará que encuentres una excusa. —su rostro cambió en cuanto solté aire. Su mano derecha peinó su cabello mientras la otra la posaba sobre su cintura, sus ojos miraban la casa de mi vecino y negaba con la cabeza al mismo tiempo. —La primera vez creí que era estúpido que tu madre te castigara teniendo tú 22, pero ahora pienso que debería encerrarte en tu habitación bajo mil candados.

Ojalá mi madre no la escuche, sino lo hará.

—¿Por qué de nuevo lo estás viendo? —me preguntó. Su voz sonaba molesta pero su rostro mostraba decepción.

—No lo sé. —ladeé la cabeza.

—Si sabes. —me contradijo de inmediato. —Y también sabes que no es razón suficiente por eso no me lo quieres decir.