Capítulo 2: Gangrena

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Desde que llegué aquí, Abramio Belucci toma el desayuno en el jardín principal y siempre rozando las ocho de la mañana. Han sido años en los que lo he visto tomar café en la misma taza blanca de figuras azules y detalles en dorado, con su periódico y sombrero a un lado. Me acerco y de inmediato nota mi presencia, pero no soy la única ya que Adriano Brambilla lo veo a lo lejos.

Baldassare Galli, el presunto integrante del clan conocido como "Stidda", fue dado de baja en la habitación número 63 del hotel NH PALERMO la noche de ayer. Según el reporte de la policía, el hecho fue perpetrado por la famosa sicaria de la mafia siciliana conocida como "Barbie". Se cree que fue un mensaje del jefe de esta, Abramio Belucci, para su clan enemigo los Stidda.

Sonrío cuando Abramio coloca su mano en mi antebrazo como felicitación. En ningún encargo han logrado verme el rostro, pero con solo ver mi cuerpo les bastó para apodarme de esa manera. Cecilio pasó muchos meses enseñándome a como evadir las cámaras y las miradas de los presentes; él fue anteriormente el mejor sicario de Abramio, pero gracias a una lesión no pudo seguir. El aprecio de Abramio y las habilidades inigualables de Cecilio, bastaron para que no perdiera su puesto en la organización.

—Señor —La voz de Adriano Brambilla, el suplente de Cecilio, se hace presente.

—Adriano, ¿Por qué tu encargo no está en el periódico? —pregunta Abramio y el hombre se tensa.

—No pude realizarlo, señor —responde con la mirada clavada en el suelo.

—Explícate.

—Había muchos hombres, señor.

—Baldassare tenía a diez hombres con él, pero Alessandra logró matarlo sin ser descubierta por ellos —gruñe Abramio y coloca el periódico en la mesa.

—Solo fue suerte, señor—responde hostil y Abramio bufa, levantándose.

—¿Ella teniendo muchas más complicaciones pudo lograrlo con "suerte"? —pregunta a centímetros de su cara.

—Acepto que cometí un error, pero no significa que ella sea mejor —responde el pelinegro y mi boca se abre ante su tono.

—Eso es exactamente lo que significa, eres un inútil. Ella teniendo casi veinte años menos de experiencia, no ha cometido ni en solo error —Abramio habla en un tono amenazante y aunque no lo está usando conmigo, logra que un escalofrió recorra mi cuerpo.

—Ella es mujer, se le facilita eso de seducir.

Su comentario me hace remover en mi puesto y mirarlo mal, pero no reprocho porque lo que harán por esto es más que suficiente.

—Pues siendo mujer al parecer es mucho más capaz que tú, ella tiene que enfrentarse al enemigo frente a frente. Tú solo dispararle desde el edifico de al lado, y aun así te quedó grande —Y con eso se va, no sin antes hacerle una señal a su escolta para que se lleve a Adriano. Le va a ir feo.

Me levanto y voy hasta mi moto, me subo en ella y conduzco rumbo a mi siguiente objetivo. El cosquilleo vuelve y sonrió ante lo rápido que va mi corazón con solo imaginar sangre. Me detengo en una estación de servicio y un hombre con overol color beige se acerca, este tiene barba y cabello canoso. Me bajo y dejo que llene el tanque, lo observo fijamente y me da la espalda. Llevo mi mano hasta la solapa de mi cazadora y saco mi preciada navaja, rápidamente lo inmovilizo contra la columna de concreto y este se remueve asustado.

—Llévese todo lo que quiera, pero por favor no me haga nada —suplica y sonrío, me divierte cuando lo hacen.

—Podría dejarte, solo tienes que darme el dinero que debes —susurro y él solloza— ¿no lo tienes? una lástima.

El olor a sangre inunda mis fosas nasales y niego con diversión, esto no es realmente por dinero. Pero si no tomo este tipo de represarías, perderán el respeto hacia mí y siendo sincera, no me puedo permitir disipar una de las cosas que me mantienen con vida.

—¡Mujer! —grita alguien y segundos después halan de mí, me vuelvo y me encuentro con un hombre musculoso.

— ¿Qué pasa? —pregunto y sin dejarlo responder estampo mi puño en su cara, escucho un crujido y maldigo ante el ardor en mi mano.

El hombre con el rostro ahora ensangrentado se lanza sobre mí y me estampa contra la columna, llevo mi rodilla a su abdomen con fuerza y este afloja su agarre dándome la oportunidad de liberarme. Me quejo cuando su puño impacta con mi abdomen dejándome sin aire y llevo mi bota hasta su rostro, cae al suelo y me lanzo sobre él, golpeo su rostro una y otra vez hasta que escucho unas sirenas a lo lejos. Él ha visto mi rostro y, además, no perdono cuando se entrometen en mis asuntos.

—No debiste meterte en esto —digo y clavo con fuerza mi navaja en su cuello haciendo que un hilo de sangre salga de él manchando todo a su alrededor. Me encanta.

Después de observarlo desangrarse, me levanto con rapidez y me subo a mi moto enrumbándome a la casona. Veo a las patrullas pasar a mi lado y sonrío mientras acelero.

********

Las risas se escuchan en el fondo y respiro hondo al fijar mis ojos en el hombre al fondo del salón, varias mujeres se pasean de aquí para allá sirviendo tragos mientras portan diminutos vestidos, pero solo me concentro en los hombres que están hablando muy alegremente, uno de ellos es Abramio, el don de la mafia siciliana para quienes realmente lo conocen que como siempre es respaldado por su concejero y mano derecha. Abramio es quien maneja gran parte de la mafia europea y es gracias a su buen manejo y a su habilidad de conseguir que le deban hasta la vida puede estar como ave libre de pecado, un ejemplo claro es que ahora está junto al ministro italiano, Adolphe Berraud, en un reconocido restaurante como si no fuera un maldito asesino, como si yo no lo fuera. A esto me dedico, a cuidarle la espalda y borrar del mapa a los que se atrevan a tocarlo o al menos lo intenten gracias a eso me he ganado un buen puesto y un buen nombre dentro de este nido de ratas, que no niego que me gusta, pero hay veces que aburre.

—¿Aburrida? —La voz de Adriano llega a mis oídos y respiro hondo antes de girarme en su dirección. Lleva un traje negro y sus ojos azules recorren mi cuerpo con demasiada fijeza.

—Podría decirse que sí, ¿necesitas algo? —respondo cruzándome de brazos y sonríe.

—No, por ahora —dice y ruedo los ojos antes de volver a mi antigua posición—pero sí quiero que vayas a mi habitación después —agrega y frunzo el ceño.

—¿Perdón?

Al mirarlo este me sonríe y me yergo, molesta.

—Creo que te has equivocado de persona, Adriano. Recuerda bien que aquí cada quien permanece en su puesto —digo y chista.

—¿Por qué tan correcta? —cuestiona acercándose y mi cuerpo se tensa.

—Sé a quién le debo servir y a quien no. Mi vida no me pertenece y sinceramente no me apetece ponerla en peligro por usted —suelto y ríe.

—¿No soy suficiente para ti?

—No, no lo es. Ahora si no tiene algo importante que decir, le recomiendo que vuelva a su lugar —suelto ignorando el hecho de que le estoy dando órdenes a mi jefe.

—Ya veremos qué tan cierto es eso —dice antes de alejarse y respiro hondo.

Un par de mujeres más entran y ruedo los ojos mentalizándome de que tengo que pasarme toda la noche vigilando a este par de ancianos.

SICARIA [Codicia #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora