Prólogo

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El cielo rugía y las nubes lloraban

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El cielo rugía y las nubes lloraban. El viento soplaba tan fuerte que hacía imposible poder ver entre la tormenta que azotaba la ciudad de Domino.

— Seto... Seto responde.— el intercomunicador en mi oído había perdido la señal. Intentaba inútilmente comunicarme con Seto y Mokuba pero era imposible.

El correr por las calles con tal tormenta era peligroso pero eso me importaba muy poco. Tenía que llegar al lugar acordado antes de media noche. Sabía que Gozaburo era hombre de palabra, así que debía ser puntual o de lo contrario haría pagar a Atem con su vida.

Finalmente llegué a las afueras de ese edificio abandonado. Estaba totalmente mojado pero eso no importaba. Entré tan rápido como pude que ni siquiera me molesté en revisar el interior primero. Lo cual fue un error. Dos guardias de Gozaburo salieron de la oscuridad y me emboscaron. Me sujetaron y me pusieron un paño con cloroformo en la boca y nariz. Claramente me desmayé y perdí el conocimiento. Así como la noción del tiempo.

Desperté en el centro de una habitación del edificio abandonado. Lo supe por el mal estado en el que se encontraba.

— Los 6 meses expiran hoy, Yugi.— de pie frente a mi se encontraba Gozaburo sosteniendo un arma— de pie.— ordenó.

— ¿D-Donde está él?—  pregunté aún confundido. Me puse de pie e inmediatamente me extendió el arma. Yo la miré intrigado. Esto me recordaba la primera vez que Gozaburo me había entregado un arma real.

— Ya no tienes siete años, Yugi. Toma el arma.— hice caso y la tomé.— Tráiganlo

Ordenó firmemente. Voltee y dos hombres de Gozaburo traían sujetando de los brazos a Atem. Se detuvieron a cinco metros de nosotros. Estábamos de extremo a extremo de la habitación. Él no decía nada. No parecía confundido o asustado. Parecía mas bien molesto y preocupado.

— Creí que te había críado bien, hijo mío.— habló Gozaburo detrás de mí.— También creí que la situación pasada te había quedado clara.—  se acercó a mi y me habló al oído—  Los asesinos de alto rango no se pueden enamorar.

No podía hacer nada más que mirar fijamente a Atem. Él me miraba con esos ojos de comprensión que tenía. De repente esos ojos mostraron miedo.

— ¡No, déjalo!— gritó. Yo miré detrás de mí y vi como Gozaburo había sacado su arma de su gabardina.

— Terminas tú el trabajo, o lo termino yo.— me miró. Sabía que hablaba en serio. Los seis meses límite terminaban hoy y Gozaburo no podía esperar más. El asesinato de Atem lo había prolongado por tiempo de más pero, ¿Cómo asesinas a la persona de la que te enamoraste?

Apreté fuerte el arma que tenía en mis manos y comencé a avanzar hacia Atem. Tenía un nudo en la garganta. La historia se volvía a repetir. Ya había matado una vez a la persona que amaba. No podía soportarlo de nuevo. No podía hacerlo. Mi corazón se enamoró otra vez por algo. No podía cometer el mismo error.

— Yugi—  me detuve a la mitad de la habitación—  Si no lo matas tú, lo haré yo.— me voltee y lo encaré. Al ver mi rostro él solo comenzó a reír—  No puedo creer que estés llorando. Tú, La rosa negra llorando por una de sus víctimas. ¡Ya no eres un crío! ¡Sé un asesino y haz tu trabajo!

— ¡No voy a matarlo! ¡No dejaré que me manipules otra vez! ¡No volveré a matar a una de las personas a las que realmente le importo! ¡No me importa ya lo que digas! ¡Estoy cansado de todo!

— ¡Suficiente!— gritó— Si no lo matas, te mato a ti primero y después lo mato a él— me apuntó con el arma— ¡Mátalo!

— ¡Mátame!— gritaron detrás de mi.— si voy a morir prefiero que sea en manos de la persona que amo. Tú me prometiste que si algún día moría asesinado iba a ser por ti y que nadie más lo iba a impedir. Así que cumple tu promesa y mátame ya.

— Pero no puedo matarte...

— Si mentiste en eso, entonces también mentiste en tus sentimientos hacia mi.

— ¡No mezcles una cosa con la otra!

— ¡Entonces mátame de una vez o te juro que haré algo estúpido para que me mate él!— las lágrimas dejaron de salir de mis ojos.

— Te lo advierto Yugi. Quiero un cadaver en el suelo y ese tipo manchado de sangre a la cuenta de tres o de lo contrario habrá dos cadáveres que tendré que lanzar al mar.

Miré fijamente a Gozaburo y después a Atem. Suspiré entre cortado y apreté el arma en mis manos nuevamente.

— Por años he hecho todo lo que me has pedido porque no tenía otra opción.— comencé a caminar hacia Atem— Me he manchado las manos de sangre innumerables veces por mas de 15 años para nada.  He matado gente sin importancia y otros con gran peso en mi vida— levanté el arma y apunté hacia donde estaba Atem y esos tipos sujetándolo— Hoy por primera vez siento que la pistola en mis manos está ligera.— puse mi dedo en el gatillo y entrecerré los ojos— Y aprovecharé esa ventaja.

Un disparo resonó entre las paredes mezclándose con el sonido del trueno. Un cuerpo cayó al suelo y en un abrir y cerrar de ojos vi como Atem estaba manchado de sangre.


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Bienvenidos a esta versión reescrita de esta historia. Espero la disfruten al igual que en la cuenta anterior.

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