42.

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Mis pasos eran lentos y pesados, el reloj marcaba más de las doce y no había mayor ruido en aquel edificio que el de mis pasos subiendo una a una las escaleras con cansancio. El tiempo no se detenía, seguía creciendo y con ello mis responsabilidades, pero en medio del mar de cosas por hacer tenía que hacer un hueco para mi chico, tanto por mi paz mental como por la suya, sobre todo en los días malos. Pero no era fácil, me cansaba mucho.

Mi cabeza estaba llena de cosas pendientes, la universidad me consumía y Hyungwon cayendo en malos días era una mezcla que amenazaba con hacerme colapsar. Aún así, al salir de la universidad iba puntualmente a su casa, volvía caminando al apartamento hasta que se había dormido, al llegar hacía mis deberes y dormía el tiempo restante que nunca eran más de cuatro horas.

Esa noche no era una excepción.

Puse la llave en el cerrojo y abrí la puerta, ingresando al apartamento tan cansado que ni siquiera noté que la luz estaba encendida y que había una persona en el sillón junto a mi cama, viéndome fijamente.

— Hoseok... —susurró para llamar mi atención, a lo que respondí con un fuerte salto y dejé caer mi mochila al suelo.

— ¡Mamá! —le respondí en tono molesto y asustado— casi me matas del susto...

Mi madre frunció el ceño pero relajó sua facciones en unos instantes.

— Me diste una llave así que entré... —recordándome un hecho verdadero— ademas, yo siempre estuve aquí, eres tú quien no me notó...

Suspiré con cansancio.

— Bueno, no esperé encontrarte aqui a estas horas... —argumenté quitandome los zapatos y yendo a buscar agua fría.

Abrí el refrigerador y eché un vistazo antes de escuchar su respuesta.

— En realidad, vine temprano pero no estabas así que decidí esperarte... —susurró casi con pesar.

En ese momento me congelé y cerré el refrigerador antes de volver rápidamente a donde ella estaba.

— ¿Por qué no llamaste? —pregunté sintiéndome culpable, pero entonces ella levantó mi celular en su mano izquierda— Oh, ¿lo olvidé? —cuestioné como si le quisiera hacer la pregunta a mi propia mente.

Mi madre suspiró al verme de esa forma, como si ya supiera que últimamente olvidaba muchas cosas por estar en el ajetreo de la vida.

— ¿Has cenado? —preguntó mirándome fijamente, dando justo en el clavo.

Fue mi turno de suspirar.

— Sinceramente no lo sé, no recuerdo... —admití sentandome en la cama— comí algo en la universidad, pero no sé que horas eran.

Ella no dijo nada más en un largo rato.

— Traje algo para ti, lo calentare. —se levantó de la cama y fue directo a la cocina. No estaba preguntando, fue casi un aviso. Entonces mientras preparaba lo que había traído para mí, volvió a hablar— ¿por qué traías tanta prisa? Es fin de semana después de todo.

Sonreí levemente. Hace mucho que mia días parecían ser todos iguales. No podía diferenciarlos.

— Tengo examenes la semana que viene, también debo finalizar un proyecto y... —en ese momento mis palabras se vieron interrumpidas por una cálida mano que se posó en mi mejilla.

Era una caricia de mi madre. 

— Wonho, ¿por qué lo haces? —preguntó dando por hecho que yo entendería a qué se refería— Comprendo mucho tu amor por Hyungwon y aunque sinceramente pensé que eso era algo pasajero, veo que cada dia se hace mas fuerte... pero, ¿por qué te sobreesfuerzas?

Mil Besos Sin Un PorquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora