Segundos del Minuto

Prólogo.

Esta novela no es como cualquier otra, ésta tiene...
¿A quién engaño? Esta sí es una novela de amor como cualquier otra. Digo, una novela de amor... Pues es de amor, ¿no? Personas que se conocen y se enamoran y bla bla bla. Pero ¿saben? Las novelas de amor no deberían de ser comparadas con las otras por como se parecen. Si no en qué se diferencían. (Como cuándo Dumbledore le dice a Harry eso porque Voldemort tiene una conexión mental con él y luego hay un duelo y Voldemort hace PUM y Dumbledore hace BLAM y... Ya me desvié).
Las novelas de amor son escritas por personas que añoran y esperan. Y adaptan.
Añoran una idea que sea lo bastante buena para poderla escribir.
Esperan a que esta idea se les presente.
Y adaptan, para finalmente, crear una obra de arte maestra. Porque, todas son obras de arte. (Bueeeno. Casi todas. Ya saben, las novelas khe eztán excritas haci y tratan de un noviazgo cualquiera y sean aburridas, sí son malas).
En fin.
Cada novela tiene lo suyo. Cada novela tiene algo, una característica, un personaje, un suceso, que las vuelve únicas.
Tal vez, lo que vuelva única ésta novela, es que está escrita por un chico como tú. De tu edad. Que ha vivido muchas cosas, probablemente algunas que tú igual viviste. Y he logrado imprimir estas vivencias en palabras, en oraciones. Adaptadas. Porque, probablemente he vivido una u otra cosa que le pasa a Liza. O a Ned, o a Will, o a Alice, o Mary. Pero las adapto para que formen una historia coherente. No una que no tiene ni pies ni cabeza, como lo es mi vida. Lo adapté tanto, que me di el lujo de meterme bajo la piel de una chica, siendo un chico, para poder experimentar cosas nuevas. *Río. Soy todo un pillo, lo sé.*
Bueno, este prólogo ha llegado a su fin. No quiero entretenerlos más. Quiero que aprovechen sus segundos.
Hagan de sus segundos un mundo que nadie les pueda quitar.
O.P.R.