>Parte 2

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Patrullar en binomio con el ruso había sido su sueño por mucho más de lo que le gustaría admitir, pero luego de haber sido rechazado lo menos que quería era compartir tiempo a su lado.
Toda la situación y su vida doble como subinspector le había dado una oportunidad para redimirse, aunque con Volkov comportándose de manera extraña no lograba otra cosa que ponerse nervioso.

—Buen trabajo hoy.— su voz interrumpió el silencio.

Cuatro códigos 3 exitosos, sin ninguna baja y con negociaciones fluidas. Hasta Conway se enorgullecería cuando se enterara, o quizás eso era tenerse mucha estima.
El duo dinámico de Dan y Fred lograba cada día escalar con velocidad y eficiencia, a pesar de cometer deslices cuando sus lados gamberros buscaban la luz.

Volteó a verle y sonrió, aún sabiendo que sería opacado por su máscara. Era de noche y las luces de la ciudad iluminaban su rostro a medida que avanzaban. Sus ojos brillaban en miles de tonalidades distintas, cada una más hipnotizante que la anterior.

—Soy el héroe de la ciudad, no podrían haberlo hecho sin mi.— su típico comentario, con el pecho inflado de orgullo al recordar todas sus victorias. Regresó a mirar por la ventana del copiloto. No podía evitarlo, negar sus sentimientos como Horacio era negarse a si mismo.

Ninguno llevaba el uniforme, habían salido de servicio minutos atrás. Razón por la cuál ahora se transportaban en el auto personal del Comisario.

—Espero le guste el Vodka, iremos a por unos tragos.

Oh no. Todo menos eso. Sabía el ridículo que había montado la última vez que bebió algo así, no quería que se repitiese pero el Dan que llevaba dentro no se dejaba pisotear y le hizo escupir palabras de las que se arrepentiría pronto.

—Pff... El Vodka es como agua para mi. Anda, conduce.

Mentira. Totalmente mentira. Su tono confiado no se acompasaba con su lenguaje corporal. Hasta Volkov se percataba, tanto que soltó una risita por lo bajo antes de fijar su vista en la carretera por el resto del viaje.

Llegaron pronto a una zona que reconocía, quizás hasta demasiado para su propia comodidad.

Del Perro Heights.

El edificio se alzaba frente a ellos en la noche, afirmando su imponente presencia.
Miles de anécdotas abarcaron su mente en un torbellino. Como aquellas escaleras de la entrada, que le hicieron la vida imposible cuando se vio obligado a utilizar muletas. O el ascensor, al que se montaba todas las mañanas con la esperanza de cruzarse con Volkov para poder intercambiar por lo menos un par de palabras antes de ir a trabajar.
Jamás hubiese imaginado estar allí, fuera de servicio y junto al recién nombrado, listos para compartir unas copas para festejar el éxito como dos compañeros normales.

La vida se mueve muy rápido, nos pone trabas y luego da soluciones, da muchas vueltas y gira en espiral.

La vida cambia, y Horacio solo espera que la suya lo hiciese para mejor.

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Agradezco enormemente el apoyo que está recibiendo esta historia a pesar de no tener más que un capítulo. Son lo máximo 💙
Espero disfruten este tanto como yo disfruté escribiendolo.

Con amor, Sam.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2020 ⏰

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