La noche caía sobre la ciudad, pero Ban no podía dormir. Notaba algo raro. Una presencia que ya había notado y que le ponía los pelos de punta.
*
Koneko: ¿Qué podría ser?
Rías: Ni idea. Nunca había notado una energía tan... Perfecta. Refinada.
Akeno: Deberíamos investigar.
Rías: Tienes razón. Llamad a Ban. A lo mejor sabe algo.
Koneko y Akeno: ¡Sí presidenta!
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Ban: Así que me habéis traído aquí a las cuatro de la mañana para que compruebe algo para la señorita pelirroja... Que bonito.
Koneko: No seas tan gruñón.
El chico acarició la cabeza de la chica mientras sonreía:
Ban: Está bien, está bien. No te enfades conmigo.
Siguieron caminando durante un rato. El bosque estaba tranquilo, pero poco a poco el ambiente empezó a sobrecargarse:
Koneko: ¿Notas eso?
Ban: Sí.
Derrepente, una enorme mano barrió gran parte de los árboles:
Ban: Te tengo canija.
El albion rugió estruendosamente, y varios más empezaron a salir de debajo de la tierra:
Ban: Mierda, vámonos.
Rápidamente, la academia Kuoh empezó a ser rodeada por enormes albions.
Gente, os seré sinceros. No me gusta nada esta historia. No me gusta cómo queda. El siguiente capítulo será el último. No descarto una segunda oportunidad, pero no me siento cómodo escribiendola. Igualmente, gracias por leer. Por cierto, lean el resto de mis historias para no sentiros aburridos.