Amor y locura

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La noche fría contrastaba fuertemente con el día soleado y desértico de aquel lugar, pero Vaggie había olvidado recoger algunos encargos por parte de la reina Lilith, y apresuraba el paso entre las calles del pueblo, que bajo el manto nocturno, daba la impresión de estar abandonado. Llevaba una caperuza blanca, cubriendo su larga cabellera, o por lo menos parte de ella, ya que pequeños mechones escapaban sobre su rostro.

Se detuvo unos segundos y miró la arena. Era enorme y desde fuera, la luna lograba iluminar algunos de sus murales, en los que aparecían diferentes matadores tallados.

—A pesar de ser un lugar lleno de sangre, es hermoso y artistico…– Dijo para si misma, entonces, un llanto llamo su atención. Alguien lloraba desconsoladamente, y el sonido provenía de adentro. Aceleró sus pequeños pasos, que eran delicados, casi inaudibles, y empujó la puerta vieja, por la que Charlie solía escabullirse , no esperaba que estuviera abierta, pero lo estaba.

—Hola?.– Dejó la canasta en la entrada y se descubrió el rostro , retirándose la capucha de aquella capa, dejando caer su largo cabello, que de inmediato se acordó sobre su espalda.

Avanzó con algo de temor por el pasillo que solo era iluminado por el fuego de las lámparas de aceite que colgaban de las paredes. Al adentrarse más, encontró a uno de los matadores arrodillado en el suelo, frente al cadáver de Valentino, el hombre que se encargaba de convertir la arena en un centro de prostitución.

—Angel…Dust… es ese tu nombre, verdad?... -Sé acercó Vaggie insegura, y Ángel levantó la mirada.
—Que quieres aquí? Solo me estoy despidiendo de el … No lo extrañare, pero me perturba mucho la manera en la que murió…-Sollozó, mientras trataba de limpiar sus propias lágrimas. Vaggie se quedó parada, mirándolo sin saber que hacer ¿Por qué Valentino estaba muerto? Le dio una mirada discreta al cadáver, se veía horrible, la posición que tenía sobre el suelo, hacia parecer que en sus extremidades faltaban los huesos. De la boca, nariz y oidos, ún le brotaba sangre y tenía marcas moradas en toda la piel.
Vaggie se acercó a Ángel con cuidado, como si temiera que fuera a reaccionar de manera violenta, estaba acostumbrada a que todo ser de sexo masculino fuera violento o grosero con ella, por ser una sirviente mestiza. Al rodear el cadáver se posicionó detrás del matador arácnido, y puso sus manos sobre sus hombros.

—Angel…. El era un hombre con poder. Lo mejor será que nos alejemos del lugar, antes de que alguien nos encuentre junto a su cadáver, nos culparan solo por estar aquí.-Su voz era dulce, tratando de hacer que Angel le escuchara, a lo que el solo asintió y se giró un poco hacia Vaggie, buscando consuelo.
—Todo está bien, tranquilo…-Murmuró, al sentir como Angel la abrazaba y lloraba sobre su hombro. Correspondió con temor al abrazo y acarició el cabello del Mestizo, tratando de reconfortarle. —¿Por qué no vamos a un lugar más seguro y me dices que fue lo que pasó?.- Ante las palabras de Vaggie, Ángel asintió y se puso de pie, Vaggie se sorprendió, pues no pensó en la estatura del arácnido. Era enorme, o quizá ella era muy pequeña.
Ángel la llevó hacia la pequeña casa en la que vivía a lado de los otros dos mestizos.

—Ah, no esperaba esto.-Dijo Vaggie para si misma. Jamás había estado tanto tiempo a solas con otro mestizo masculino, pero Ángel era un poco afeminado, por lo que no se sentía tan incomoda. Después de un rato sumamente extraño para la mestiza polilla, en el que Angel le contaba entre llanto la historia de como Valentino lo solía prostituir y como durante ese tiempo se habían enamorado, creando una relación tóxica de golpes e injusticias…

—Que hijo de perra…–Gruñó Vaggie apretando los dientes, las injusticias la ponían furiosa.—¿Entonces no deberías de estar contento? Ese maldito está muerto…

—No! No lloro del todo por el….  Mi compañero… Alastor, está en problemas…– Vaggie reconoció ese nombre de inmediato y pegó un salgo en el sofá.
—Alastor?! El tiene algo que ver con la muerte de Valentino?.– Ángel asintió y suspiró con pesadez, pues estaba dispuesto a contarle cada una de las cosas que Alastor escondía.

El toro por los cuernos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora