||Capítulo Cinco||

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La familia Freecss dio la bienvenida al nuevo integrante de la familia sin darse cuenta de ello.
La señora pelirroja pensaba en ayudarlo, y luego tal vez contactar con servicios sociales. Grande fue su sorpresa cuando se halló una semana después, aún con el albino.
El asunto lo dejaron allí, ya ninguno de los dos, ni el moreno, ni la mayor, preguntaban sobre que pasaría con Killua, porque ambos sabían la respuesta, obvia ante sus ojos. El albino se quedaría con ellos.

Y fue por eso que Gon, el décimo día de estadía del joven, se propuso aprender más de él. Sabe que su nombre es Killua, pero de allí en adelante, está perdido.

Toca con el dorso de la mano la baranda de la escalera, y, tras unos segundos, comienza a bajarla.

¿Porqué hizo eso?

Aprendió a los dos días de que Killua era realmente fácil de alertar, en especial porque aún no se fiaba de él.

Cuando Gon bajaba sin avisar, el albino se quedaba estático, como si fuese una estatua, dejaba de comer, o de caminar. Nada, ni siquiera un parpadeo. Tenía que llegar Mito para despertarlo del pequeño trance en el cual entraba, supuso que se debía al largo tiempo en el bosque, y que debía de ser una especie de "camuflaje". Gon realmente se asustó, y aún le asustaba, porque temía lo que pasaría si su tía no estuviera cerca. Dudaba que el de hebras plateadas respirase cuando entraba en ese estado. Ni siquiera parpadeaba, después de todo.
Cuando llegó a la planta baja se topó con el albino, y no era de sorprenderse. Aprendió también que Killua se despertaba al alba, aún cuando no habían rayos de luz presentes, el albino se despertaba por los suaves cantos de las aves cercanas.
A veces no dormía, y se la pasaba moviendo sus pies, como un niño pequeño. Podía quedarse viendo a la nada por minutos, y aún así, lo seguiría haciendo. Su concentración era increíble, para ciertos aspectos, claro. — Buenos días, Killua. — Porque si estabas hablando con él, su concentración de reduciría a cero. Realmente no te prestaría atención a menos que le interese. Y si lo hacía, te ignoraba.

El albino asiente, devolviéndole el saludo, y lo aprecia. El recibir algún gesto, o mirada de parte del chico le hacía feliz.

Gon se acostumbró a su mirada, a su rostro inexpresivo, y silenciosa presencia. Se la pasaba en el sofá, abrazando sus rodillas, y por el momento no se había aventurado a ir más allá. Aunque Gon notaba la emoción forzada a desistir en su ser.

No había vuelto a poner un pie en su habitación desde aquella noche, y ni Mito ni Gon lo obligaron a hacerlo.

— Buenos días, tía Mito. — Gon se asoma, puede ser que el desayuno era algo simple, y es un alivio, pues no quería comer.
Se había levantado lleno, tal vez porque comió demasiado la noche anterior.   "Tal vez debería de invitarlo a sentarse con nosotros".
El teléfono de la casa comienza vibrar, emitiendo un repetitivo tono. Gon es el primero en reaccionar, quien al ver que su tía estaba ocupada, se acerca, y contesta, siendo observado por el albino. — ¿Aló? —- Era del asilo, en donde la señora trabajaba, y le pedían que le dijese amablemente a su tía que vaya rápido, pues había una emergencia.

Gon camina nuevamente hasta la cocina, y toca suavemente el hombro de la señora, quien gira hacia donde está. Con tan solo verle la mirada al azabache, se notaba que era algo serio, Mito no fue la excepción.
Bufó irritada, y tras recibir el mensaje, salió de casa a toda prisa.

Así es como llegamos al presente.

La señora salió tan deprisa que Killua no pudo hacer nada al respecto

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La señora salió tan deprisa que Killua no pudo hacer nada al respecto. Se asomó por la puerta, abierta, mientras veía como se alejaba más y más, bajando el cerro. Creyó que volvería a los pocos segundos, qué tal vez había salido a tomar aire fresco.
Sintió un gran pesar en su pecho cuando notó que no sería así. — Ah... — Intentó llamarla, pero no podía. Y si podía, entonces estaba demasiado nervioso, porque sus piernas temblaban como gelatina.

Killua observa de izquierda a derecha, y un paso, tras otro, comenzó a avanzar, con la intención seguir a la de cabello rojo. Observa detrás suyo la casa, y nuevamente mira a la nada. Ya no se siente seguro, tal vez porque no está autorizado a salir, y siente que está rompiendo un regla. — Killua. — Su cabello se eriza al igual que su piel.
Era Gon, quien le llamaba desde el marco de la puerta, esperando reacción. — Ven, la tía Mito volverá pronto. Te lo prometo. — y tras la promesa, el de ojos miel vuelve a entrar, esta vez, siendo seguido a paso lento por el albino.

Esta era su oportunidad, y lo sabía bien. Probablemente, la única vez en mucho tiempo que se quedarían solos, y la soledad, en este ocasión sería su aliada. — La tía Mito dejó el desayuno ya hecho, ten. — El albino recibe el plato de cerámica, con desdén. Pero lo recibe, y eso, para Gon, es más que suficiente. — ¿Te gusta? — el chico asiente, y Gon no puede estar más que feliz al no ser ignorado por el de hebras plateadas.

Balancea sus pies aburrido, de vez en cuando miraba la puerta de la casa, con la esperanza de que la señora volviera mágicamente

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Balancea sus pies aburrido, de vez en cuando miraba la puerta de la casa, con la esperanza de que la señora volviera mágicamente. El moreno le prometió que volvería, sería más fácil si le hubiese dicho cuando volvería.
Era su primera vez solo en casa, ¿Qué se supone que se hacía? ¿Había algún reglamento cual seguir? ¿O simplemente hacías lo que querías?

Estaba aburrido, y no había alguien que le dijese que hacer, por lo que optó por hacer lo que quisiese.
¿Pero que era lo que quería? ¿Conocer un poco más de su nuevo hogar, tal vez?

Killua era alguien curioso por naturaleza, ahora que estaba solo, quería saber cosas fuera de lo normal de la casa.

Se levanta con cuidado, y comienza a caminar.

Sin saber que el moreno le observaban desde las escaleras, cuidándolo desde la penumbra.

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2020 ⏰

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