│• La Fiesta •│Parte 1

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Grace Jones

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Grace Jones.

— Buenos Días — la asistente de Arthur se levantó como de costumbre en forma de respeto.

— Buenos días, Supervisora Jones — tocó el botón del teléfono — Director, la supervisora Jones está aquí — "Puede pasar" escuchamos ambas sin ningún segundo de espera — Adelante — tomé una respiración disimulada y entré a su oficina dejando que su característico aroma inunde mis fosas nasales.

— Buenos días, Grace — al ver el desinterés en mi persona, me pareció que lo hizo apropósito, siguió enfocado en los papeles de su escritorio.

Valiente me quedé callada mandando ambas manos en mis bolsillos traseros. Cuando levantó la mirada confundido por no haberle respondido, me sentí satisfecha. Ahora si podíamos interactuar

— Buenos días, Director — realicé una caminata tranquila hasta mantenerme a una distancia prudente de su escritorio. — ¿necesita algo de mí? — sonrió llevando su mirada de nuevo a los papeles.

Descubrió mi pequeña escenita de molestia ante su indiferencia.

Deslizó su mano debajo de la mesa y retiró una tarjeta plateada muy conocida para mí.

— Esto es tuyo — arrastró sobre la misma lentamente hasta dejarlo en el medio sin separar sus ojos de mí. Decir que estaba sorprendida era poco. Mil cuestionamientos se hurgaban en mi mente y ninguna era específica.

— En realidad señor, eso no es mío — lo miré directo a los ojos.

— Si lo es, yo te estoy dando — miré de nuevo la tarjeta sin mover ningún solo músculo.

— ¿Puedo saber el por qué? — esperanzada lo observe de nuevo, su cuerpo se extendió contra el respaldar de la silla giratoria.

— Porque escuché de tu anhelo en la segunda fracción. Buscabas un pase Vip y te lo estoy concediendo — no había ningún rastro de duda o vacilación en sus palabras, lo que me estaba molestando un poco porque yo si me estaba sintiendo insegura ante su inquisidora mirada

— Solo el consejo designa estos beneficios y yo aun no soy Superior al Mando, mi licencia de Supervisora sigue vigente — me crucé de brazos.

— Yo soy más que el consejo y tómalo como un adelanto — dio por zancada la conversación y regresó a los papeles de su escritorio. Presioné los labios en una línea recta, antes de soltar un suspiro.

Tomé la tarjeta un tanto molesta -pero si llegar a demostrarlo- y rodeé su escritorio decidida. Me detuve frente a él.

— Lo lamento, Señor. No voy a aceptar este beneficio — tomé su mano con delicadeza y la dejé sobre ella sin separar mis ojos de los suyos — Que tenga un buen día. — tras mi atrevimiento imperioso, giré empoderada y caminé hacia la puerta.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora