Crees que me conoces y mírate, qué ridículo estás haciendo. Nunca sabrás que hay escondido aquí. ¿Te acuerdas cuando te enfadabas cuándo lloraba y no te decía por qué? Te cansaste de preguntar, de cobijarme, te cansaste de quererme, ¿se puede cansar uno de un sentimiento que no controla? ¿Veis? Y me llamáis loca cuando digo que todo iría mejor si se pudieran controlar las emociones. Se apagaría la magia, es cierto, pero quién necesita magia en un mundo de sombras y miradas acechando y olisqueando cual será su próxima presa.
Me duele la espalda. Siempre me duele algo.
Estoy escribiendo en el suelo, últimamente prefiero escribir sobre papel que sobre el ordenador o móvil, no sé, parece que las palabras salen con más fluidez, luego es doble trabajo, porque si lo quiero subir aquí tengo que pasarlo al ordenador y descifrar esta letra es todo un pasatiempo. Supongo que es lo que tiene escribir con la única iluminación del móvil y el resto repleto de oscuridad y monstruos. Los sonidos de la habitación no se escuchan porque tengo los cascos puestos, pero los hay, bestias respirando, hablando entre ellas, murmurando, odiando. Ellas odian en voz alta, no son como nosotros, que pretendemos esconder nuestro lado más terrorífico.
Tengo la cara demacrada. Y soy masoquista, por cierto. Delante mía hay un espejo. Odio los espejos, y aquí estoy. Es una imagen digna de ver; yo acostada en el suelo, el frío duele y los huesos de la cadera y costillas se me clavan, pero eso último es bonito. Escribo y de vez en cuando levanto la vista para observarme y que mi mirada perdida me dé la inspiración que necesito para seguir deslizando el boli, porque si no lo hago, no sé qué será de mí. ¿Qué hacen los escritores cuando no escriben? ¿Os lo habéis preguntado alguna vez? Bukowski decía que no entendía a aquellos escritores que dejaban de escribir, que como conseguían relajarse. Estoy con él.
Es de madrugada, creo que ya lo he dicho. Estoy perdida. Más que nunca. Llevo dos folios escritos con esta letra que al releerlo, no sé si podré entenderlo, (creo que eso también lo he dicho), pero qué más da, está haciendo su función, que es salvarme durante estos momentos. “Keaton Henson – Sweetheart what have you done to us” suena en mis cascos. Creo que mi muerte será algo así como una confluencia de música, sangre y orgasmo. Todo junto. Qué tétrico. Qué inútil me siento.
He empezado hablando de ti y he acabado hablando de mí, será verdad eso que me dijiste de que solo miro por mí misma, que no me importa que el mundo arda si tengo oxígeno y comida. Pero, ¿sabes? Si algo he aprendido es que si no eres egoísta, te comen, y aún así, ya me devoraron hace tiempo.
Esta posición me está matando, las tetas se me clavan en el suelo y el frío comienza a ser insoportable. He mezclado tetas con dolor, eh. El poder de la palabra, supongo.
Creo que ya, voy a dormir, a intentarlo, digo.
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Diarios de una anorexica suicida
Teen FictionSon pequeños textos que hablan sobre la anorexia y el suicidio. OJO si no te gusta no lo leas. Por favor, NO plagios, tardo en escribir estos textos y me los trabajo.