Capítulo 4 "Sueños"

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20 de Diciembre de 1956  20:00h  Calle Belmont

Me desperté tres días después tapado con periódicos, en una esquina de la calle Belmont, al lado de la mansión Belmont, me asusté y salí corriendo, aunque había dormido casi tres días, cuando llegué a casa aun me sentía cansado, sin ganas de hacer nada, me acosté en mi enorme cama y me dormí, empezé a soñar, era un club donde jamás había estado, la música sonaba fuerte, pero yo no iba a subir al escenario a tocar, lo sentía, la música era perfecta, ningún desafín, como sacado del vinilo viejo de mi gramola, salió a escena una dama con un vestido negro, yo me sentaba en la primera y única mesa del local, la señorita estaba de espaldas, su melena rubia y larga a tirabuzones perfectos me resultaban familiar, empezó a cantar y de giró, era Mariss Lepond, con el vestido que le compré y con una mancha de sangre en medio del vestido, el agujero de la bala era reciente, se le veía el agujero, noté como si alguien me tocase por detrás, me giré, era la señora de la "The Belle Femele" son un abre cartas en el pecho  y me decía, "¿te gusta el vestido de la señorita? Es de mi tienda." Me levanté asustado, quería salir del club pero no encontraba la puerta de salida, una muchacha pelirroja apareció por mi espalda, "¿Quiere pasar un buen rato? Lo de la Iglesia se me pasó volando"
Encontré una puerta  fui a salir pero unas veinte chicas entraban de golpe en el bar, hablaban un idioma raro, no las entendía, iban vestidas de negro con pamelas enormes, eran las chicas de la mansión Belmont, "este sueño es muy raro" pensé, pero parecía todo tan real, una última chica se quedó en la puerta con la cabeza agachada, fui a salir y ella me paró, cuando levantó la cabeza, que horror, era la misma cara que ví en la calle Belmont, igual, no podía quitármela de la cabeza, me estaba atormentado.
Me desperté de un golpe del sueño y rascándome los ojos miré hacia los lados, nervioso y ahí estaban veinte chicas de 17 a 20 años de edad, mirándome, con sus grandes pamelas , lleno de velas, no sonaba ninguna canción, necesitaba jazz, una se acercó y desperté del sueño, era todo tan real, como si estuvieran todas esas chicas en la habitación, que horrible, que paranoia, que fantasía, quería morirme ahí mismo, levanté la mirada, por un reflejo que había hecho la luz de las farolas, y vi mi hacha, decidí algo muy importante, que marcaría mi vida para siempre, decidí matar por placer, con mi hacha, quien no escuchara jazz en su casa a partir de las 22:00h entraría en su casa y mataría a la primera mujer que me encontrase, sea niñera, adolescente, ama de casa, trabajadora, cualquier mujer, recibiría al "Hombre del Hacha" en sus casas. Así que cogí mi maletín del saxofón y hice un cajón secreto donde guardar mi hacha, envié una carta anónima a las radios de la ciudad para que Nueva York tuviese puesto a las 22:00h un poco de jazz, que aprecien la buena música  que Dios les ha dado y aprendan a no vivir por libre, a vivir con unas leyes, mis leyes.

El Hombre Del HachaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora