¡Tengo mucha hambre! Me han traído a un comedor (que más parece una sala de reuniones para reyes), y me han sentado en esta mesa tan gigantesca. ¿Por qué hay una mesa tan grande cuando voy a comer yo solo? Estos nobles no tienen ni pies ni cabeza.
En fin, espero que por lo que están tardando tanto sea por la preparación de al menos tres platos de buen puchero.
Después de quince minutos y diecisiete rugidos de tripas, unas criadas con delantal entraron en fila india al comedor desde la cocina, lideradas por Olga, la jefa de las criadas.
Cada una de ellas llevaba un enorme plato de distintos manjares, que Owen no podía reconocer.
Había un pollo asado entero, dos o tres cuencos de frutas muy frescas, un bol lleno de salsas especiadas, todo tipo de tés, una variedad de café, un plato entero de tostadas doradas...
La tripa de Owen no pudo evitar rugir de placer. Era como una especie de orgasmo visual.
Todo tipo de aromas que se mezclaban en el aire seco del comedor...
Las criadas empezaron a disponer todo ordenadamente sobre la mesa. Olga observaba con aprobación, y le decía orgullosa a su señorita:
—Sabemos que usted no suele comer mucho, pero hemos preparado esto para que pueda recobrar fuerzas después de su letargo. Y ahora, si quiere, el chef pasará a definir todos los ingredientes y elaboración de cada plat-...
Olga no pudo terminar la frase, porque calló al ver a Vivienne comer tan desesperadamente. Apenas utilizaba los cubiertos, tragaba todo utilizando sus manos. Empezó por el plato de tostadas, que devoró en segundos. Después, intentó beber un poco de café sin saber lo que era, pero se quemó y le pareció muy amargo. Lo ignoró, y se lanzó a toda velocidad a comer todos los cuencos de frutas...
Todos en la sala miraban atónitos el espectáculo, sin mover ni un músculo. Todos con la boca abierta. Una de las criadas reaccionó a tiempo...
—¡Espere, señorita! ¡Debemos pelarle la fruta antes de probarla! ¡No se las coma con piel...
¿¡Ya se las ha comido todas?! ¡Ah, pare un momento! ¡¡No beba tan rápido el té, podría quemarse!!
Obviamente, fue completamente ignorada. Owen seguía comiendo sin parar, a la velocidad de la luz, tragando todo lo que le permitiese su garganta a la vez.
El chef, un hombre anciano de cejas pobladas y pelo blanco, se echó a reír a carcajadas. Las criadas no podían resistir mentalmente más sorpresas.
—¡Jajajaja! ¡Es realmente... sorprendente! ¡Jajaja! ¡Es la mejor sorpresa de mi vida, nunca habría esperado esto! La señorita comiéndose todo el menú... ¡es absurdo, excepcional! ¡parece una broma!
—¡Oye! ¡No puedes decir algo tan grosero!
—Vamos, Olga, relájate. ¿No crees que es algo para celebrar? ¡Nunca se había comido todo lo que yo preparaba! Y además ella no puede oírnos, está demasiado concentrada comiendo. ¿Verdad que sí, señorita? ¡Jaja!
—(...)
—¿Ves, Olga? ¡No nos escucha! ¡Es la monda! Aunque me hace muy feliz que disfrute comiendo así... ¡tanto que se ha olvidado de utilizar los cubiertos!
—Señorita, por favor, utilice los cubiertos al menos para partir el pollo...
Owen, apenas hubo arrasado con todo sobre la mesa, se recostó en su silla con una cara de satisfacción, pero parecía que iba a vomitar en cualquier momento.
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La luna es una acosadora
RomanceUn joven campesino llamado Owen despierta en el cuerpo de la dama más reconocida del reino: la hija del duque Drummond, que posee belleza, poder, elegancia... Todo, excepto el amor del príncipe heredero. Owen se encuentra cautivo en el cuerpo de la...