Un salvador y un amor.

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Era un nuevo día y en las afueras del reino Oscuro se encontraba un joven peliverde corriendo lejos de ese lugar.

Estaba malherido y sus pasos eran pesados, una vez corrió lo suficiente acabó adentrándose en el reino de la Tierra ya que era el más cercano,  se sentó bajo un árbol a descansar y se subió la capucha para no ser reconocido.

Por otra parte no muy lejos de allí, el sub-líder del reino se encontraba paseando por el entorno de la Tierra, el cual estaba ubicado en el bosque. Estaba caminando tranquilamente hasta que pudo escuchar un pequeño quejido, por lo que se acercó a ver si alguien necesitaba ayuda. Para su sorpresa la persona que se encontró era alguien encapuchado, entonces pensó que era un enemigo de las tropas oscuras y desenvainó la espada apuntando al muchacho.

—Identifíquese.— Dijo sin bajar el arma.

—...— El encapuchado guardó silencio y se bajó la capucha.

El pelirrojo quedó sorprendido cuando vio que era el mismo chico con el que se encontró el día anterior.

—¿Qué haces tú aquí?—Preguntó el sub-líder Hiroto Kiyama bajando la espada, pues no veía a aquel chico como una amenaza.

—Sólo estaba paseando...—Mintió desviando la mirada.

—Ajá... fuera de tu reino y herido, ¿no?—Dijo el pelirrojo que pudo ver algunos rastros de sangre hasta donde se encontraba el joven.

—No es asunto tuyo.—Contestó el de coleta en un tono no demasiado alto.

—¿Puedes andar? Te llevaré al castillo para que traten tus heridas.—Propuso de forma segura extendiéndole la mano para ayudarle a levantarse.

—No hace falta, estoy bien aquí.—Apartó la mano del otro algo tembloroso.

—Está bien, si no es por las buenas será por las malas.— Dijo cogiendo al otro como si de un saco de patatas se tratase, para luego llevarlo al castillo con alguna queja de por medio por parte del peliverde.

Una vez llegaron al lugar, Kiyama le llevó a sus aposentos dejándole con cuidado sobre la cama. Luego fue a abrir el cajón con vendajes y tratamientos para heridas. Cuando había cogido todo lo necesito se acercó al moreno para tratar los golpes de este.

—Gracias...—El de ojos negros se quedí mirando al que los tenía verdes.

—No es nada.— Contestó formando una sutil y amable sonrisa en su rostro.

En ese momento se escuchó la puerta abrirse acompañado de la voz del monarca del reino.

—Kiyama, ¿Sabes dón-...? — Al percatarse de la presencia del chico de la coleta guardó silencio unos segundos. —¿Quién es el que te acompaña?— Preguntó algo dudoso pues no le sonaba de nada aquel muchacho, ni su rostro ni su vestimenta.

—Pues es... No lo sé, señor.— Dijo con sinceridad el de piel pálida.

—Te tengo dicho que no traigas a desconocidos a palacio.—Reprochó el de rastas soltando un pequeño suspiro.

—La hospitalidad es importante.— Se excusó el otro.

—¿Quién eres y de dónde vienes?—Dijo el de ojos rojos mirando al moreno.

—Yo...—Guardó silencio un par de segundos.—Soy Ryuuji Midorikawa, señor, del reino del Hielo.—Desvió un poco la mirada.

—Ya veo, ¿y cómo acabaste así?—Preguntó el castaño alzando una ceja.

—Pasé aquí la noche después del acontecimiento de ayer y mientras volvía a mi hogar, unos vándalos del reino Oscuro me asaltaron.—Explicó el peliverde.

Kingdoms of discord.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora